El ministro de defensa francés, Sébastien Lecornu, anunció el pasado viernes que Renault comenzará su producción en masa de drones de guerra, en una situación que calificó como «win-win» tanto para el ministerio de defensa francés como para Ucrania. «Vamos a comenzar una asociación completamente inédita en la que una gran empresa francesa productora de automóviles se aliará con una PYME de defensa francesa para armar las líneas de producción en Ucrania para ser capaces de producir drones», anunció el ministro en la cadena de televisión TF1.
La historia se repite: igual que en las dos guerras mundiales, los gigantes automovilísticos se reconvierten en fábricas de material de guerra. Sucedió con Volkswagen, Ford y la misma Renault, que se lanza en 2025 a la carrera por el perfeccionamiento del arte de la guerra. Estos drones tienen como destino las líneas ucranianas, aunque el ministro de defensa francés afirma que la armada francesa también se beneficiará de la asociación ya que los drones franceses podrán ser probados «en un operativo adherido a la realidad». Los combatientes ucranianos intercambiarán información basada en la experiencia de la batalla con drones a cambio de los dispositivos.
El conflicto entre Rusia y Ucrania ha cambiado la manera de hacer la guerra para siempre. El dron de batalla ha roto el paradigma. Es por eso que las grandes compañías automovilísticas se están interesando por esta nueva forma de batallar en el frente y se suman a los esfuerzos europeos por repeler la invasión rusa. Ucrania pretende llegar a los 4,5 millones de drones este año, responsables del 70% de la destrucción de material enemigo en el frente. La armada francesa, que dispone de apenas algunos miles de drones, busca ponerse al día en la producción de material bélico.
Lecornu alabó la inteligencia ucraniana en cuanto a la guerra con drones: «Son mejores que nosotros diseñando drones y, sobre todo, desarrollando la doctrina que los acompaña». El gobierno francés no enviará personal a las fábricas: la producción será completamente nacional en términos ucranianos, reforzando al mismo tiempo la economía de guerra de Kiev y la capacidad de aprendizaje militar de Francia.
Europa entera se rearma con la guerra aérea en el punto de mira: Finlandia ya ha construido una planta de producción en masa de drones y los países bajos han comprometido 700 millones de euros a la industria. Noruega y Reino Unido también han elaborado grandes presupuestos en este sentido.
Todos los países europeos respetan los criterios ucranianos en cuanto a drones de guerra se refiere, pues es el único país envuelto en un conflicto militar que es capaz de testearlos y de elaborar las políticas que envuelven su fabricación y su utilización. Cuando una nueva arma es testada en el campo de batalla, su valor aumenta, aun más si resulta un éxito, como demostró la inteligencia ucrania la semana pasada con su operación SpiderWeb, con la cual destruyeron varios aviones de combate rusos detrás de la línea enemiga en una operación que duró más de un año y que hizo que Putin se replanteara su estrategia respecto al conflicto.