El exministro de Cultura Ángel Gabilondo anunció ayer, de manera oficial, su aceptación como cabeza de lista del PSOE a la Comunidad de Madrid. Fue la culminación de una operación gestada desde la dirección estatal de los socialistas a raíz de la defenestración de Tomás Gómez, hasta hace poco secretario general del PSM y líder de la oposición en la Asamblea de Madrid que había ganado ampliamente las elecciones internas para su designación como candidato. Gabilondo es una clara apuesta de Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, para afrontar con garantías -Gómez está inmerso en un proceso judicial por la adjudicación del tranvía de Parla en la época que ocupó la Alcaldía de este municipio- los comicios autonómicos del próximo mes de mayo en una plaza tan trascendental como Madrid.
Democracia interna. La sustitución de Gómez por Gabilondo, que no es militante socialista, ha obviado el paso de someter la designación de su candidatura al voto de los afiliados y simpatizantes. La decisión ha acarreado serias críticas para Pedro Sánchez y todo su equipo, entre otras razones porque supone hacer añicos el discurso de la democracia interna en el proceso de selección de los número uno del PSOE. Sin embargo, al margen de las razones esgrimidas de cara al exterior, todo indica que la estrategia estaba encaminada a apartar a un Gómez demasiado débil ante la opinión pública cuando Podemos se está erigiendo en el partido de referencia de la izquierda.
Recuperar terreno. La tarea que se le encomienda a Ángel Gabilondo no es sencilla, a pesar de que ha obtenido un amplísimo apoyo en todas las agrupaciones del PSM. Pedro Sánchez tiene en el nuevo candidato un argumento para defender los cambios que pretende introducir en el PSOE, aunque tiene en el futuro de Chaves y Griñán dos serios compromisos pendientes, para lograr ganar distancia sobre Podemos. De momento todas las encuestas le son adversas, circunstancia sólo deja margen para asumir riesgos con el convencimiento de que ya nada puede ir a peor.