El próximo fin de semana está convocada una huelga en todo el fútbol profesional de España, un paro sin precedentes en el que subyacen reclamaciones económicas de los jugadores en el fenomenal reparto de beneficios que generan los derechos audiovisuales de este deporte y la incomodidad que provoca la presión de la Agencia Tributaria sobre este colectivo. Durante los próximos días continuarán las negociaciones de la Asociación de Futbolistas Españoles con la Liga de Fútbol Profesional, la Federación y el Gobierno para tratar de ultimar un acuerdo que satisfaga a todas las partes implicadas; todo ello en las postrimerías de la liga y con importantes compromisos internacionales en ciernes.
Deporte y profesionalidad. El fútbol hace décadas que ha superado el ámbito deportivo para convertirse en un auténtico fenómeno social que mueve masas e ingentes cantidades de dinero, un negocio que no puede analizarse sólo desde la óptica de los sueldos que obtienen los grandes cracks que militan en los clubes que manejan presupuestos millonarios. En las diferentes categorías de fútbol español abundan más los clubes y jugadores modestos, ajenos a estas cifras a las que sólo tienen acceso un reducido colectivo de estrellas de este deporte tan mediático en nuestro país.
Sin privilegios. Es desde todo punto razonable que los jugadores también pretendan tener acceso a los pingües beneficios que genera su actividad laboral, una cuestión de la que denuncian que están siendo marginados en la negociación, tanto por los clubes como por la Federación; una actitud que también hace extensiva al Gobierno. El fútbol profesional en España debe ser abordado con rigor, huyendo de prejuicios injustificados, y realismo. Los profesionales de este deporte no deben ser tratados de manera privilegiada, pero tampoco es justo que se ignoren unas reivindicaciones que afectan a un amplísimo colectivo de deportistas.