La iniciativa de construir un federalismo insular defendido por la presidenta Armengol dando más peso, contenido, competencias y recursos a los Consells, ha de entenderse como un esfuerzo para llevar a la práctica en el Archipiélago, lo que debería ser un objetivo fundamental del Estado central respecto a sus Autonomías. Armengol, que presidió Mallorca entre 2007 y 2011, sabe que la estabilidad y el empuje democráticos pasan por potenciar las diferentes Administraciones para que puedan dar lo mejor de sí mismas, estabilicen la realidad social y a la postre se conviertan en elementos imprescindibles de cohesión.
Frente común. Francina Armengol quiere a su lado a los presidentes insulares a la hora de articular un frente común ante Madrid para reclamar una mejor financiación que palíe al menos la vergonzosa situación de desventaja de Balears respecto a otras comunidades autónomas. Se trata del enésimo intento de plantar cara a Madrid, que hasta ahora ha obtenido magros resultados. El mal endémico del Archipiélago es que paga mucho más de lo que recibe, soportando una situación de desventaja que va incrementándose década tras década. Convendría que Rajoy fuese receptivo a esta exigencia de justicia. Asfixiar a los más cumplidores es un estilo cicatero de hacer política que suele acabar en disgustos y enfrentamientos.
Presencia en el Parlament. Otra de las aportaciones de Armengol para hacer más dinámica y descentralizada a la actual legislatura es dar protagonismo a los Consells dentro de la Cámara balear. Ya era hora de que se hicera realidad el hacer subir varios peldaños a la periferia del Archipiélago. Los representantes de los Consells tendrán más voz, capacidad de proponer iniciativas y de impulsar leyes en la Cámara. Ello también ayudará a potenciar Balears como Comunidad con personalidad propia. Hasta ahora muchas personas se sienten sólo mallorquines, ibicencos o formenterenses porque faltan resortes para sentirse baleares. Eso es lo que quiere cambiar Armengol.