El movimiento de los puertos de Balears es uno de los más claros indicadores de la lenta pero cada vez más evidente recuperación económica. Crecimientos del 41% en Palma y del 474% en Alcúdia en el transporte de material destinado a la construcción hablan a las claras de la inversión de ciclo que está experimentando el Archipiélago. Queda mucho por delante y el crecimiento en conjunto es todavía moderado, pero los indicadores más importantes han encendido la luz verde. Es preciso tener presente que la quiebra del sector de la construcción fue clave en la fortísima incidencia de la crisis en Balears. Ahora, poco a poco, la demanda se recupera.
Los errores del pasado. Balears, como otras zonas de España, se dejó emborrachar por el boom económico ligado a la construcción desde mediados de los 90 hasta 2007. Los precios de la industria del ladrillo alcanzaron niveles que hoy en día parecen demenciales. El hundimiento de la burbuja se llevó consigo gran cantidad de empresas, dejó contra las cuerdas a numerosas cajas y bancos, destruyó infinidad de empleos e hizo patéticamente célebre el drama de los desahucios. Ahora que vuelve a verse la luz, no hay que caer en las equivocaciones del pasado. Es preciso crecer con solidez y moderación, sin locuras ni saltos sin paracaídas. La demanda ha de ser apostar por la madurez en el sector inmobiliario.
No al consumo de territorio. Otra lección del pasado es que construcción no ha de ser sinónimo de consumo indiscriminado del territorio. Hay que apostar por las rehabilitaciones y por la potenciación de núcleos ya existentes donde hay muchos solares vacíos. Las obsesiones del pasado por levantar urbanizaciones, siempre en connivencia con el poder político de turno, ya no tienen sentido en la actualidad. El exceso de oferta a precios hinchados y con cajas y bancos concediendo créditos con generosidad inusitada fue la causa del desastre. En los nuevos tiempos la moderación ha de ser la regla compartida e intocable.