El impuesto sobre turismo sostenible, más conocido como ecotasa, salvó el martes en el Parlament su primer escollo tras una ajustada votación que le permitió superar la enmienda a la totalidad presentada por el Partido Popular, gracias a la abstención de los grupos de Podemos y Proposta per les Illes, la formación que lidera Jaume Font. El resultado del debate refleja la división que este emblemático proyecto genera entre las formaciones de izquierda y nacionalistas que suscribieron el Pacte, una tensión muy polarizada entre Més –promotora de la iniciativa por medio del vicepresidente y titular de Turisme, Biel Barceló– y Podemos. Las discrepancias se centran en la distribución territorial de la recaudación del impuesto y su destino finalista. Podemos quiere un reparto equitativo en función del efecto que tiene sobre el territorio el turismo, una medida que beneficiaría a Eivissa especialmente.
Primera discrepancia seria. Con la ecotasa se han escenificado las serias diferencias que subyacen en el Pacte, en especial con Podemos, que trata de rentabilizar al máximo su no participación en el Govern que preside Francina Armengol. La situación genera recelos entre los socios e impide transmitir una imagen de coherencia y estabilidad, un clima enrarecido que deriva de las incertidumbres –transcurridos ya más de dos meses– derivadas de los resultados electorales de los comicios del 20-D. El grupo de Alberto Jarabo trata de distanciarse de aquellas formaciones con las que considera que se disputa un mismo espacio político.
El papel del PI. La abstención del PI fue determinante para que el Govern pudiera salvar la tramitación del impuesto sobre el turismo sostenible porque evitó el triunfo de la oposición al proyecto por parte del PP y Ciudadanos. Los tres diputados de Proposta per les Illes adquieren, a cuenta de la ecotasa, un protagonismo inesperado en esta pugna interna del Pacte, cuyas consecuencias son todavía una incógnita. Queda por delante la tramitación parlamentaria del nuevo tributo; período en el que se pondrá de nuevo a prueba la voluntad de diálogo y acuerdo de los socios que dan su apoyo al Govern. Sorprende que el PI, un partido que critica este impuesto, haya tenido en sus manos la posibilidad de frenar el tributo y no lo haya hecho. Seguramente deberá pasar cuentas con sus votantes ibicencos.