El pacto alcanzado entre los jefes de Estado y de Gobierno de la UE con el premier británico David Cameron para que éste se oponga a la salida del Reino Unido de la UE constituye un excelente acicate para todas las naciones integrantes. Sin el empuje de Londres, Europa perdería uno de sus brazos más vigorosos. Además, la consistencia de los principios y valores europeos se vería debilitada sin la presencia activa de la cultura de Inglaterra y demás pueblos británicos, cuna de la democracia y del parlamentarismo. Cuando la libertad ha estado amenazada en el Continente, Londres ha sido a menudo un factor decisivo para recobrarla. No hay que olvidarlo.
Un estatus diferente. El pacto alcanzado en Bruselas potencia la situación diferenciada que mantiene el Reino Unido en el mayor control de sus finanzas y, sobre todo, en relación a los trabajadores procedentes del este de Europa. Los que pretendan establecerse en Gran Bretaña tendrán más trabas burocráticas y jurídicas durante más tiempo antes de alcanzar la plenitud de derechos. Son lógicas las reticencias de Grecia y España. Para Rajoy, las cortapisas a la libre circulación de personas debería ser sólo un paréntesis en el avance hacia una Europa más sólida. Pero lo más importante es que Cameron ha cosechado los argumentos suficientes para intentar convencer a su pueblo en referéndum para quedarse y no emprender una singladura en solitario. Europa ha ganado.
No tenían otro remedio. Es muy fácil presumir de euroescéptico y hacer discursos en campañas electorales reclamando el voto en Gran Bretaña para salir de la Unión Europea. Pero la realidad es mucho más compleja. El Reino Unido depende del gran mercado continental al igual que el resto de sus integrantes. Volver al aislamiento ensombrece su camino. Bien lo sabemos en Balears, tierra que basa su desarrollo en su capacidad de apertura y de adaptación inteligente a los mercados emisores. El acuerdo de Bruselas también nos beneficia. Históricamente, Gran Bretaña ha intentado mantener un estatus especial en Europa, pero en momentos complicados siempre ha estado en primera línea. No hace falta recordar el papel que tuvo el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial ante la amenaza nazi. Por lo tanto, la historia es un excelente referente para entender el papel de Gran Bretaña, quizás ambiguo en algún momento, pero siempre comprometido con el proyecto europeo.