Una de las noticias de la semana ha sido descubrir que Pablo Echenique, secretario de organización de Podemos, tuvo un asistente al que no pagaba la Seguridad Social. Echenique ha admitido su error, pero ha dicho que estas cosas le pasan a la gente humilde por culpa del sistema. Se da la circunstancia de que cuando Echenique no pagaba a su asistente el dirigente podemita tenía un sueldo como diputado autonómico de Aragón que superaba los 6.000 euros. El escándalo es mayúsculo ya que el propio Echenique, en un acto de Podemos celebrado en mayo, criticaba con dureza a todos aquellos que no cumplían con el pago de las cuotas sociales. No hace falta recordar la campaña que han impulsado los podemitas en Balears contra los hoteleros por las condiciones de las mujeres que limpian las habitaciones de hotel. Y las críticas que han recibido empresarios por, según ellos, pagar sueldos de miseria. El asistente de Echenique cobraba 300 euros al mes por una hora de trabajo.
Doble rasero. Es habitual comprobar cómo algunos dirigentes de Podemos dicen una cosa públicamente y hacen la contraria en su vida privada. En Eivissa tenemos varios ejemplos. Cuando este periódico destapó que un miembro de la cúpula de Podemos había sido condenado por posesión de drogas, la reacción fue de lo más estrambótica. Dijeron que este dirigente tenía todo el derecho del mundo a reinsertarse socialmente. Y más recientemente, Podemos defendió con la boca pequeña, eso sí, a otro destacado militante (estuvo en primera fila en la última noche electoral mientras portavoces negaban en las redes cualquier protagonismo) había sido denunciado por la Policía. Cuando ocurren situaciones complicadas para sus militantes, Podemos se atrinchera y justifica lo injustificable. Luego, se desmarca de los militantes que puedan tener problemas.
El nivel ético. El problema de Podemos es que ha elevado mucho el nivel ético de la clase política española. Cualquier dirigente de PP y PSOE estaban bajo sospecha simplemente por pertenecer a estos partidos políticos. No había lugar ni a la presunción de inocencia. Eran la casta. Sin embargo, el tiempo pone a cada uno en su sitio y el caso de Echenique demuestra que todos, absolutamente todos, pueden cometer deslices y errores. Lástima que no haya mayor autocrítica por parte de Podemos.