Un estudio sobre la situación de la juventud española realizado por tres prestigiosas organizaciones sitúa Balears en la última posición de Europa en materia de educación. La situación no es novedosa pero refleja que lejos de mejorar empeora. Nuestros jóvenes abandonan las aulas atraídos por una economía dinámica que genera puestos de trabajo a los que es posible acceder con una baja formación académica, como es todo el sector de los servicios. El informe del ProyectoScopio evidencia que los esfuerzos para revertir esta tendencia están fracasando.
Emancipados sin estudios. Esta economía de éxito está dando lugar a una generación de jóvenes que durante años ha entrado pronto en el mercado laboral y ha aparcado los libros, con unos parámetros muy diferenciados respecto del resto del Estado. En los años de la crisis se agravó esta inclinación al aumentar el paro juvenil. Esta situación, lejos de ser coyuntural, se está cronificando en la estructura económica y social de Balears con los peligros que ello representa; tal y como reiteran los expertos. La formación es la base de la consolidación del progreso y el bienestar de la sociedad, un mensaje que no cala entre nuestros alumnos. La tentación de una remuneración a edad temprana es demasiado fuerte, aunque sus consecuencias acaban lastrando toda la trayectoria profesional.
Más exigencia. El problema es grave, uno de los más urgentes que deberían abordarse desde la Administración, pero siempre con la complicidad de los empresarios. La labor de apuesta por el futuro que significa una sólida formación académica debe empezar por el ámbito familiar, pero también requiere un esfuerzo colectivo de la sociedad para que nuestros jóvenes asuman estos principios. Desde los centros escolares, pero también implantando exigencias a la hora de las contrataciones, se puede trabajar –y mucho– para prestigiar la formación entre nuestros jóvenes. Ganas y medios son la base para lograr el objetivo.