El Govern ha anunciado que durante el año próximo se harán oposiciones para crear 1.400 plazas de funcionarios. Se trata de un número muy importante de nuevos empleados públicos tras varios años de congelación de plantillas debido a la crisis económica. El gabinete que preside Francina Armengol argumenta que buena parte de esos nuevos funcionarios serán para cubrir plazas en sanidad y educación. Da la sensación de que, con esta promoción de nuevos funcionarios, el Govern da por acabada la crisis y decide aumentar el gasto público.
Control. Nadie cuestiona que la educación y la sanidad balear necesita nuevos empleados públicos. En Ibiza hay muchos ejemplos. Can Misses tiene un servicio de urgencias insuficiente, con falta de médicos, lo que provoca largas esperas para los pacientes. Y no hace falta recordar la escasez de especialistas en determinados colegios de la isla. Así lo pusieron de manifiesto los padres de alumnos en el inicio del curso escolar y también la comunidad educativa, que reclamaba más personal para atender a los escolares con necesidades especiales. Sin embargo, preocupa esa alegría del Govern a la hora de contratar funcionarios. Son 1.400 nuevos trabajadores públicos, un número muy elevado, que disparará el capítulo de personal y, evidentemente, restará medios económicos para capítulos como inversiones, que son los que generan riqueza.
Los ciudadanos pagan. Conviene recordar que son los ciudadanos los que, al final, pagarán este incremento del capítulo de personal. La economía, tras una larga crisis, necesita aún impulsos desde la administración, más inversión, y no que se engorde el capítulo de gasto corriente que poco o nada aporta a la economía. Hay que mejorar la sanidad y la educación, pero con mesura. Y también deben garantizarse los servicios públicos, pero sin disparar los costes. No parece razonable ni necesario contratar 1.400 nuevos funcionarios. Porque al final, por desgracia, o se aumenta la deuda o, por el contrario, ciudadanos y empresas son los que tiene que hacer frente a estas alegrías a la hora de gastar dinero público.