Desde una óptica balear, la indisimulada obsesión de Susana Díaz por debilitar a Pedro Sánchez está haciendo un gran daño al PSOE. Díaz ha utilizado el congreso andaluz para afirmar: «Los socialistas somos partidarios de colocar a las personas por encima de los territorios», un claro torpedo a la idea sanchista de definir a España como ‘nación de naciones'. La frase de la líder andaluza roza la ignorancia: personas y territorio son conceptos inseparables desde que los seres humanos dejaron de ser nómadas. El desarraigo es una injusticia. En realidad, Díaz, aunque se exprese mal, está abogando por un neocentralismo que es lo que de verdad beneficia a su territorio, que desde hace décadas recibe mucho más de lo que aporta.
El conflicto catalán. Catalunya es la clave de la fractura interna socialista. Empezó tras las elecciones generales de diciembre del 2015. Díaz le impuso ‘líneas rojas' a Sánchez, que se centraban en no poder pactar con independentistas. El resultado más a la vista es que Rajoy continúa siendo presidente. Pero con la mirada puesta hacia adelante, lo que de verdad teme la líder sevillana es que un hoy lejano pero posible acuerdo entre Madrid y Barcelona acabe perjudicando a la subvencionada Andalucía. Para este acuerdo histórico trabaja Sánchez desde su visión plurinacional de España. Y eso es lo que molesta a la sucesora de Chaves, Griñán y los escándalos de los ERE y los cursos de formación.
Respecto a la diversidad.
Balears es una de las comunidades más perjudicadas por el sistema de financiación autonómica; también lucha por mantener un modelo territorial equilibrado. Aporta mucho más de lo que recibe. En las Islas no se comprende a los que proclaman que las personas han de estar por encima de los territorios. Suena a absurdo, a interesado y a deformación de la realidad en beneficio propio. Las ideas de Díaz parecen incluso extraídas del pasado sin Constitución. El Estado franquista no tenía autonomías ni respeto por la diversidad.