El tradicional despacho del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con el Rey en el Palau de Marivent tenía, en esta ocasión, una especial trascendencia. Los temas abiertos en la agenda política española, con el proceso independentista catalán como cuestión prioritaria, y en la balear, con la negociación sobre el nuevo modelo de financiación autonómica y el Régimen Especial, justificaban la enorme expectación mediática despertada por la visita. Cuestión muy distinta es el resultado, toda vez que en aquellos temas capitales la conclusión es que no hay cambio de posiciones o que se mantiene la inconcreción, planteamientos que forman parte de las maneras políticas del presidente.
La turismofobia y la financiación. Rajoy fue contundente en su defensa del turismo. La condena de los actos vandálicos protagonizados por grupos radicales, de los que Palma no se ha librado, no ha tenido fisuras. Sin embargo, lo trascendental es que en el ámbito de sus competencias, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado actúen contra los responsables y adopten las medidas necesarias para que no se reproduzcan, como está sucediendo, y se extiendan a nuevos enclaves turísticos. En la misma línea, el presidente del Gobierno ha vuelto a desplazar responsabilidades cuando ha tenido que abordar el complejo tema de la financiación autonómica y el REB, y en especial el caso de Balears. En su opinión, el nuevo modelo será «razonable», término que admite muchas interpretaciones y ninguna garantía de solución óptima para el gran lastre que soportan las instituciones de las Islas.
Inamovible en Cataluña. Cuando apenas faltan dos meses para la celebración del anunciado referéndum independentista de Catalunya, el 1 de octubre, convocado por la Generalitat, Rajoy reiteró los postulados ya conocidos del Gobierno. Esta persistencia deja clara su posición, pero hay que admitir que no resuelve el problema de Catalunya con el Estado.