El principio de acuerdo alcanzado entre los partidos de izquierdas para doblar el importe de la ecotasa a partir del año que viene puede acarrear tensiones con el sector turístico, ya que los clientes de los hoteles de cuatro estrellas superior o de cinco abonarán cuatro euros diarios por persona y los más modestos un mínimo de dos euros. El resultado final será una recaudación superior a los cien millones anuales. La izquierda pretende con esta medida potenciar la calidad de la clientela. Pero cabe recordar las tensiones del pasado y también que doblar impuestos al poco tiempo de haberlos implementado puede convertirse en contraproducente. Quien puede verse más resentido es el turismo familiar.
Invertir más y con seriedad.
En el caso de que el Pacte logre poner en marcha esta medida, sus dirigentes deben comprender que se trata de una gran responsabilidad, no sólo porque por un lado encarecerán el producto Balears, sino también porque tan relevantes recursos deben traducirse en inversiones serias e importantes, dirigidas sobre todo al medio ambiente y que potencien la calidad de la oferta. No optimizar los nuevos recursos que se obtendrán es lo que de verdad quitaría sentido a este espectacular incremento de impuestos. Habrá que ver también la reacción de los empresarios y del conjunto del tejido productivo porque cuanto más paga el cliente, más exige a cambio.
No perder el norte de la financiación. Incrementar un impuesto propio mientras prosigue la mala financiación por parte de Madrid distorsiona la realidad balear. La verdadera batalla para obtener liquidez para el autogobierno no se sitúa en exprimir a los turistas, sino en alcanzar un trato equitativo por parte del poder central a la hora de recuperar el dinero que las Islas aportan a las arcas del Estado. Lo mismo cabe decir del Régimen Especial. Estas reivindicaciones unen al cuerpo social. Y es muy dudoso que el aumento de la ecotasa en un 100 % lo consiga.