La captura de 300 kilos de cocaína por parte del Servicio de Vigilancia Aduanera en un yate propiedad de un ciudadano holandés que tenía su base en Port Adriano (Mallorca) supone una constatación más de que el Archipiélago se halla de lleno dentro de la ruta de introducción de la droga en Europa. Se trata del alijo de cocaína más grande capturado en los últimos lustros con un valor en el mercado enorme. Este hecho indica que es preciso incrementar los medios para perseguir este peligroso tráfico, aunque las Islas sean sólo un lugar de paso.
La acción de las mafias.
Tan peligroso como la ruta de la droga es la instalación de mafias que hacen posible que este tráfico se mantenga sólido y constante a pesar del intenso trabajo que desarrollan los servicios aduaneros de numerosos países, muy a menudo perfectamente coordinados. El ingenio de los narcotraficantes no tiene límite. Utilizan grandes embarcaciones que cruzan el Atlántico desde sus base en Sudamérica y luego descargan la droga en el mar, donde es recogida por embarcaciones más pequeñas, con apariencia legal y con base en puertos mediterráneos que se encargan de transportar la mercancía hacia el norte, en este caso hasta Girona, donde nuevas redes la distribuyen por buena parte de Europa. Es un negocio sólido y enraizado, muy difícil de combatir.
No bajar la guardia.
La lucha contra el tráfico de drogas está jalonada de grandes éxitos por parte de los servidores del Estado en las últimas décadas. Sin embargo, es tal el volumen de negocio que no cabe el menor relajamiento porque las fórmulas para introducir la droga son variadas, muy diferentes y es tal el volumen de beneficio en juego que muchos parecen dispuestos a vulnerar la ley para conseguir importantes sumas de dinero aparentemente fácil. La labor de las fuerzas de seguridad ha de ser constante y muy profesional, única forma de paliar este endémico problema.