En pocas ocasiones España ha afrontado un proceso electoral tan importante como el de hoy desde la recuperación de la democracia, del resultado que arrojen las urnas se debe conformar un Gobierno que deberá gestionar un importante cúmulo de cuestiones que marcarán, sin duda, el futuro del país. Los votos de hoy no valoran ni examinan una gestión política, al contrario, apuestan por quién y cómo debe resolver los grandes retos que deberá afrontar el conjunto del Estado a corto y medio plazo. Todo ello en un escenario electoral más incierto que nunca, muy marcado por la irrupción de nuevos partidos que trastoca los esquemas más tradicionales en el reparto de fuerzas.
Mucho por decidir.
La trascendencia de la jornada de este 28-A se justifica sólo con la necesidad de resolver el conflicto territorial que se plantea desde Catalunya, un problema sobre el que pivota todo el debate político en España desde hace años. Esta cuestión ha radicalizado los mensajes en uno u otro sentido, incluso ha propiciado la aparición de nuevas opciones que este domingo se somenten por primera vez a la consideración del electorado español; una de las grandes incógnitas de la jornada. En definitiva, se confrontan dos modelos en los que no será sencillo encontrar espacios comunes para el entendimiento; entre otras razones por las distancias que separan a sus líderes.
La voz de Balears.
Los diputados y senadores de Balears están obligados a trasladar a las grandes instituciones del Estado las demandas más urgentes de una sociedad que requiere ser escuchada, necesitada de sentirse equiparada en las oportunidades de progreso con el resto del país; sin privilegios, pero tampoco sin agravios injustificados. Estas elecciones generales no son un mero trámite electoral, tienen una proyección y calado que obliga a un doble ejercicio de participación responsable.