El titular del Ministerio de Agricultura, Luis Planas, presentó ayer la fórmula arbitrada por el Gobierno para atender la demanda de mano de obra necesaria para las próximas campañas, en especial para la recolección de fruta en el campo español. La entrada de temporeros, este año, ha quedado bloqueada como consecuencia de las medidas adoptadas para frenar la expansión del Covid-19, que afectan a alrededor de 80.000 trabajadores procedentes del norte de África, Latinoamérica y algunos países de la UE del este europeo. Esta importante masa laboral podrá ser sustituida por trabajadores que cobran el subsidio de desempleo, que podrán añadir a las peonadas de su tarea en el campo.
Un problema complejo.
La fórmula que autoriza el Gobierno es excepcional, por cuanto un mismo trabajador cobrará el desempleo mientras desempeña una labor remunerada, lo que plantea enormes dificultades para su aplicación. Se entiende la urgencia por atender las campañas en la recogida de determinados productos –fresa, melocotón, ...–, pero no resulta sencillo que sea asumida por personas inexpertas. Cabe recordar que las cuadrillas de temporeros la forman, por regla general, colectivos con una elevada experiencia en los trabajos que desempeñan. Hay, además, el añadido de la aceptación de unos salarios bajos y condiciones laborales muy duras, que el trabajador español tendrá dificultades para aceptar de buen grado.
Enorme coste económico.
El Gobierno está poniendo a prueba las arcas públicas, confiando quizá en que se logrará el apoyo de la Unión Europea que –conviene recordarlo– todavía no está comprometido. Sin cuestionar las ayudas al campo, en una situación tan crítica como la actual, en las próximas semanas el sector turístico balear se puede encontrar en una situación similar, y resulta lógico que muchos empresarios reivindiquen una fórmula similar para remontar esta crisis.