A medida que se prolonga la crisis derivada de la pandemia se hacen más evidentes los estragos que está causando en el sector productivo de Baleares. Ya no es nuevo advertir que el sector turístico es uno de los más castigados, pero el parón de la locomotora económica de las Islas tiene, como es fácil de entender, unos efectos transversales para el resto de actividades. Los decretos que regulan los accesos a las ayudas públicas, en este caso procedentes del Estado pero gestionadas por el Govern, han dejado fuera de la relación a un subsector de enorme importancia comercial en Baleares: las tiendas de recuerdos. Es un olvido que saca del mercado a centenares de pequeñas empresas o autónomos que prestan un indiscutible servicio a los turistas.
Más de un año sin ingresos.
Desde el final de la temporada turística de 2019, el comercio de souvenirs está paralizado, con las compras almacenadas y los establecimientos cerrados. Sin turismo no hay clientes, pero con el agravante en su caso de que también han quedado marginados de las ayudas directas que sí reciben bares y restaurantes, por citar los más conocidos. El impacto de la crisis es, por tanto, insoportable. Lo mismo podría decirse de otras actividades, como sería el caso de las bodas y la organización de eventos, cuyos empresarios también dan cuenta de los efectos negativos del olvido en la regulación de las ayudas.
Revisar el listado.
La reclamación de estos sectores es lógica y merece ser atendida por parte de las instituciones. Urge revisar con celeridad las actividades que deben tener acceso a las líneas de financiación públicas, en sus diferentes modalidades, si en realidad se quiere mantener un tejido empresarial en condiciones de superar esta crisis. En la medida de que se salven las empresas la recuperación, y por tanto la creación de puestos de trabajo, será más rápida. Es imprescindible actuar con rapidez.