A medida que avanzan las jornadas van conociéndose más detalles del megabrote de COVID iniciado en Mallorca y diseminado, por el momento, en cerca de 800 jóvenes de diferentes autonomías; aunque más de la mitad corresponden a Madrid. Este episodio está lesionando de manera muy grave la imagen exterior de Baleares en todo su conjunto, una de las comunidades en las que las fuertes restricciones impuestas por el Govern habían logrado rebajar la incidencia de la pandemia. De hecho, uno de los logros ha sido la que lograr la autorización de Londres para que sus turistas puedan venir a las Islas sin necesidad de cuarentena; circunstancia que supone la apertura del segundo mercado turístico más importante. Ahora todo lo conseguido está en peligro.
Se había avisado.
Un informe de la Patrulla Verda de la Policía Local de Palma, junto con técnicos de Emergencias del Govern, dio cuenta del peligro que suponía la organización del concierto de la Plaza de Toros, al que acudieron miles de jóvenes que se encontraban de viaje de estudios en Mallorca. Se trataba de evitar la reedición de las aglomeraciones que días antes se habían producido con los asistentes a un evento similar organizado para los estudiantes de Erasmus. Todo indica que las instituciones, conocedoras de los riesgos, no quisieron suspender el concierto con las consecuencias que ya son conocidas. Resulta obvio exigir explicaciones y responsabilidades por lo ocurrido.
Que no se repita.
Recuperar la credibilidad como destino seguro para Mallorca y el resto de las Baleares requiere un ejercicio suplementario de transparencia y claridad informativa: la verdad en estas circunstancias es la mejor estrategia para superar en unos momentos en los que está tanto en juego. La próximas horas son, seguramente, decisivas para lograr acotar el problema y, por supuesto, garantizar que no volverá a reproducirse.