El primer debate presidencial para las elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos dejaró un claro vencedor: el candidato Donald Trump, de 78 años, se impuso de forma manifiesta al presidente Joe Biden, de 81. Este último, precisamente, no pudo despejar las grandes dudas que planean sobre su estado de salud y tuvo una serie de lapsus y una actitud dubitativa que han disparado todas las alarmas en el partido Demócrata, donde ya hay voces que opinan que Biden no debería ser el candidato. La estrategia del siempre polémico Trump fue, a todas luces, la acertada: dejó hablar a su oponente para que él solo se fuera enredando en sus propios argumentos. Estado Unidos se encuentra en un momento delicado, con un debate muy agitado sobre la enorme inmigración ilegal que reciben, sobre todo desde México, y una serie de retos en política exterior, principalmente el auge comercial y militar de China -su gran rival- y la guerra en Ucrania. Trump siempre se ha jactado de que con él en el poder Putin nunca habría invadido el país vecino.
El reto del Pacífico.
De un tiempo a esta parte, la Administración Norteamericana se ha dado cuenta que el auténtico reto se encuentra en el Pacífico, y no en Irak o Afganistán, donde durante años hubo unos enormes y muy costosos despliegues de tropas. La amenaza de Corea del Norte es continua, sobre todo ahora que ha estrechado sus lazos con Rusia, al igual que el posible ataque chino a la isla de Taiwán.
Geopolítica y comercio.
En cualquier caso, el trasfondo de este entramado geopolítico es comercial. Una lucha de intereses por controlar las principales vías de abastecimiento mundial, que ahora pasan por el Pacífico. Europa tiene menos peso que nunca y la lucha entre los dos gigantes -EE.UU y China- marcará el devenir económico de las próximas décadas.