El presidente del Consell de Formentera, Llorenç Córdoba, publica hoy un artículo en este periódico para contestar una opinión del articulista Joan Miguel Perpinyà. Bajoel título Formentera da pena y asco, Perpinyà analizaba con dureza la situación política que se vive en la isla, donde Córdoba preside una institución sin ningún apoyo. Córdoba considera que dicha opinión es «hiriente» y lamenta que se haga una «caricatura grotesta desafortunada» sobre la situación de la isla. Niega que Formentera sea un «cenagal» y asegura que los ciudadanos de Formentera valoran la «ética y la integridad».
Recogida de firmas.
Además del propio Córdoba, un grupo de ciudadanos de Formentera ha organizado una campaña para pedir la rectificación del artículo titulado Formentera da pena y asco de Perpinyà. Estos ciudadanos que firman en Change.org se sienten perjudicados por las afirmaciones vertidas en dicho artículo de opinión. Es preciso indicar que ninguno de los firmantes que se sienten tan perjudicados por la opinión eran aludidos en ella.
Libertad de expresión.
Resulta insólito que a estas alturas haya que reivindicar todavía la libertad de expresión como la que disfruta Perpinyà y cualquier otro articulista en sus opiniones. Es llamativo esta reacción supuestamente espontánea de algunos ciudadanos cuando en el propio pleno del Consell algunos de los portavoces han utilizado expresiones durísima para calificar la situación política que se vive en Formentera, que por mucho que Córdoba intente negar es realmente esperpéntica. El problema de Formentera no es un artículo de opinión de un articulista sino su actual situación política. Por todo ello resulta lamentable que Córdoba y los promotores de la campaña Change.org intenten desviar la atención sobre el problema político real e institucional que tienen y dirigir la opinión pública contra un medio de comunicación que solo cumple con su obligación de informar, y también opinar, sobre la situación política de la isla. Por lo tanto, estaría bien que todos los esfuerzos que se dedican a atacar a este medio por cumplir con su función constitucional se destinen en el futuro para cambiar una situación política que avergüenza no solo a los ciudadanos de Formentera sino también a muchos ibicencos que se sienten muy ligados a su isla hermana. El problema de Formentera no es un artículo de opinión por mucho que intenten hacer creer lo contrario.