La nula repercusión que ha tenido en las Pitiüses la jornada de movilizaciones contra el decreto de liberalización de horarios comerciales es la historia de un fracaso esperado. Apenas varios puestos en los mercados de Eivissa, Sant Antoni y Santa Eulària decidieron bajar sus persianas durante dos horas; el resto de comerciantes "4.000 trabajadores del sector en las Pitiüses" prosiguieron su jornada laboral con total normalidad.
La razón de por qué esta convocatoria, que en Mallorca ha sido secundada por el 90% de los comerciantes, no ha resultado un éxito de participación tiene dos vertientes: la habitual falta de acuerdo entre patronal y sindicatos y la escasa capacidad de movilización del pueblo pitiuso, que sólo reacciona ante hechos de notable trascendencia (asesinato de Miguel Angel Blanco y manifestación contra el cemento).
La situación más preocupante es la de la patronal y los sindicatos, porque estando las dos partes de acuerdo en el contenido de la protesta es una lástima que no se llegue a un consenso por el hecho de que siempre van en contra de lo que diga la otra parte. Los sindicatos, organizaciones de capa caída en las Pitiüses y que necesitaban del apoyo de los empresarios para que triunfara esta convocatoria, se quejan del «desmarque» de la patronal. Ésta, por su parte, dice que el comerciante es libre de hacer lo que quiera y que si se ha fracasado en la huelga es por la nula capacidad de convocatoria de los sindicatos. Es decir, la culpa siempre la tiene el otro. Mientras, los comerciantes, con escasa información sobre el Decreto Ley de liberalización de horarios comerciales, han optado por permanecer con las puertas abiertas a la espera de que sean otras instancias las que les solucionen el problema. Con esta mentalidad, cualquier movilización fracasa.