Demasiadas veces hemos asistido, incrédulos, a la destrucción de patrimonio cultural, histórico o paisajístico que se pierde de forma irreversible ante el empuje imparable del poderío económico o de la simple ignorancia. Ahora el caso era distinto. No estaba en juego la existencia de un lugar privilegiado, pero sí la oportunidad de conseguir para los mallorquines el disfrute de Raixa, la emblemática finca de origen árabe, hermosos jardines y larga historia que se popularizó con la película «Bearn». La generosa oferta de una millonaria alemana a sus propietarios puso en un brete a las instituciones que, con buen juicio, no quisieron entrar en una puja para ver quién pagaba más. Cuando ya la posibilidad parecía extinguida, el ejercicio del derecho de tanteo y retracto y la alianza del Consell y el Ministerio de Medio Ambiente han logrado culminar la operación.
Esta vez, sí, Raixa va a pasar de forma definitiva a manos públicas, con lo cual todos los ciudadanos de estas islas podremos sentirnos un poco propietarios de esta magnífica finca que ha visto pasar ante sus muros varios siglos de historia mallorquina. El acuerdo para que este hecho sea posible fue sellado ayer con un apretón de manos "y un beso" por la presidenta del Consell, Maria Antònia Munar, y el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas. Ambos se apuntan un significativo éxito.
La possessió será gestionada por ambas administraciones "Madrid se queda con dos tercios y el CIM, con la tercera parte" y los gastos de mantenimiento y rehabilitación serán para el Gobierno central.
Nadie discutía el derecho de la diseñadora alemana a comprar Raixa. Pero si estaba en nuestra mano elegir entre la opción privada que representaba Jil Sander, con todas sus concesiones, y la opción pública a un precio razonable para las instituciones mallorquinas o baleares, la elección era clara: que Raixa sea de todos. Así será y todos debemos felicitarnos. Por conseguir Raixa y porque el acuerdo económico entre Matas y Munar es realmente favorable para los intereses de Mallorca.