El Govern de Francesc Antich había abanderado la lucha política para que los vuelos entre las Islas y también entre éstas y la Península fueran declarados de interés público para garantizar un servicio óptimo al ciudadano de Balears. Recientemente el Senado rechazó, con los votos del PP, la propuesta del PSOE balear de aumentar hasta el cincuenta por ciento los descuentos aéreos de que disfrutamos los residentes en las Islas, a pesar de que la idea contaba con el respaldo del resto de grupos políticos.
Alegó entonces el PP que no iba a adoptar decisiones de este tipo sin una negociación previa. Y después, en efecto, ha habido reuniones y diálogo entre instituciones -la última, prevista para mañana, ha sido anulada sine die- para tratar de alcanzar un acuerdo que mitigue, aunque sea en parte, el escandaloso aumento de precios -y en ocasiones la deficiente programación horaria- de los vuelos entre las Islas y con la Península.
Ahora es el PP quien ha decidido coger la iniciativa en este trascendental asunto, abortando los contactos Gobierno central-Govern balear. Según el Ejecutivo autonómico, el PP lo hace por electoralismo. Sea como sea, con intenciones electoralistas o sin ellas, lo que el ciudadano exige es que se solucionen sus problemas.
Si el modelo a seguir debe ser el de Canarias -los vuelos entre islas están garantizados en sus precios y frecuencias-, que se haga. Pero pronto. Porque mientras las cosas de palacio vayan tan despacio los únicos perjudicados seguimos siendo nosotros, que tenemos que conformarmos con descuentos -aunque sean del 33 por ciento- sobre unos precios desorbitados que no han dejado de subir en los últimos años. Y con unas frecuencias que dejan mucho que desear.