Existe una tradición honrosa en la vida pública británica: que los que tienen autoridad en lo alto de una organización deben aceptar la responsabilidad de lo que ocurre en ella». Con esta lección de madurez y de sentido ético dimitió ayer el presidente de la televisión pública del Reino Unido, la BBC, Gavyn Davies, tras la decisión del juez de exonerar al primer ministro, Tony Blair, de las acusaciones que hablaban de manipulación de documentos sobre las armas de destrucción masiva en Irak para justificar la guerra.
La tradición democrática británica, históricamente reconocida y aplaudida, vuelve a demostrarnos la categoría moral de que hacen gala por esos lares. Se cierra así la peor crisis a la que ha tenido que enfrentarse Blair en sus seis años de mandato y queda demostrado, según él mismo se encargó de proclamar, que actuó «con honradez» en un asunto oscuro que terminó con el sonado suicidio de David Kelly, asesor del Ministerio de Defensa y ex inspector de armas de la ONU.
Sale así reforzado de la crisis un Tony Blair que no anda en sus mejores horas, después de que la víspera ganara una votación en la Cámara por apenas cinco votos en otra polémica decisión del Gobierno laborista que preside: una espectacular subida de tasas universitarias que elevará el coste de la matrícula hasta los 4.400 euros. Aunque se han previsto generosas becas -que el estudiante tendrá que devolver en el futuro-, lo cierto es que esta decisión puede convertir las aulas de la educación superior en una especie de «zona vip» a la que únicamente podrán acceder los más privilegiados. Algo incongruente en un Ejecutivo teóricamente de izquierdas, lo que llevó a 71 diputados de su propio partido a votar en contra.