ETA ha hecho explotar un mensaje-bomba en la democracia española. Y lo ha hecho con la intención de conseguir su espacio en la campaña electoral y de condicionar el debate político hasta el 14 de marzo. Todos los grupos políticos han reaccionado enérgicamente ante el anuncio de la banda terrorista de no matar en Catalunya, una estrategia repugnante y criminal para crispar a la sociedad española. Al hacerlo ETA consiguió ayer que se hablara de ella y pone en una difícil situación tanto al PSOE como a ERC, entrando de golpe en el juego político sin que tenga ninguna legitimidad para hacerlo. La trampa está puesta para que se rompa la unidad y se genere un enfrentamiento entre los demócratas.
Aunque la banda terrorista no tiene ninguna legimitidad para hacer tambalear un gobierno o una coalición, el comunicado de ayer ha resquebrajado todavía más los débiles cimientos del tripartito catalán. Es inevitable apuntar hacia las conversaciones que mantuvo Rovira con ETA en enero y a las imprevisibles consecuencias que podría tener el grave error cometido por el líder de ERC.
Los partidos han disparado su artillería y ya piden responsabilidades: el PP pide la cabeza de Rovira y que el PSOE rompa relaciones con ERC, y el PSOE exige consecuencias en el tripartito. El futuro de Catalunya es un interrogante. Maragall afirma que no cambiará su gobierno pero también espera un gesto de ERC.
La organización etarra puede matar de muchas formas y esta vez ha elegido su incursión en el proceso electoral para desestabilizar un sistema. Reconociendo y condenando el error de Carod, ETA es la única culpable del caos político que desde ayer vive España y, frente a eso, la única respuesta es la unidad. Ahora depende de los partidos y de las instituciones democráticas tener las ideas claras: no utilizar todo lo ocurrido para sacar tajada electoral y mantener intacto el Pacto Antiterrorista.