El Govern ha decidido abandonar el Institut Ramon Llull (IRL), una institución creada con el objetivo de proyectar internacionalmente la lengua y la cultura catalanas.
En el momento en que los presidents Pasqual Maragall y Jaume Matas negociaban el nombramiento de un nuevo director de la institución, la Generalitat de Catalunya cometió un grave error al dar a conocer el nombre de un candidato -en realidad, una candidata, ya que se trataba de Aina Moll- sin haber conseguido previamente eplacet del Govern balear. Empezaron los problemas. A partir de ese momento, tras la enérgica protesta del Ejecutivo de Matas, era sólo cuestión de tiempo oficializar la ruptura. El tripartito catalán había servido en bandeja el pretexto para liquidar el Institut Ramon Llull tal como había funcionado hasta ahora.
La ruptura del IRL es una mala noticia que perjudica a la cultura catalana, la de Catalunya y la de Balears. Y lo peor es que se percibe cierta satisfacción tanto en la Generalitat como en el Govern de Balears. Maragall se queda el IRL en exclusiva, sin incómodos socios, minoritarios en lo económico pero con todos los derechos en los demás aspectos. Y Matas se libra de las imposiciones de Catalunya y se desmarca políticamente, ante su electorado más derechista y ante la cúpula nacional del PP, de cualquier contacto con el pacto progresista catalán.
Quienes apostaban por que era posible una colaboración cultural entre el PP balear y la izquierda catalana han perdido. Los recelos acerca de las supuestas intenciones políticas del PP balear y del pacto catalán respecto de la lengua catalana han precipitado los acontecimientos.
Matas y Maragall, tras certificar la defunción del IRL original, dejan abierta la posibilidad de nuevas colaboraciones «partiendo de cero». Ojalá que sea así, pero tardará tiempo en desaparecer el sentimiento de desconfianza recíproca que ha hecho saltar por los aires el Institut Ramon Llull.