Aunque siguen absolutamente vivos en nuestro recuerdo, ya ha pasado un año desde aquella mañana terrible del 11 de marzo de 2004, cuando la incredulidad, el espanto y el dolor más profundo se apoderó de todos y cada uno de los españoles. Lejos de haberlo asimilado, hemos aprendido a vivir con ello, sin hallar respuestas, sin concebir explicaciones que puedan dar forma humana a un suceso tan bestial.
Y mientras los ciudadanos hemos tratado de seguir adelante, dando ejemplo al mundo entero de nuestro afán de paz, de solidaridad, de convivencia y de tolerancia -no ha habido ni un atisbo de racismo, xenofobia u odio religioso en nuestro país-, los políticos siguen empeñados en enfrentarse con el pretexto del 11-M, de la comisión de investigación, de las víctimas o de lo que sea.
Porque, aunque la inmensa mayoría de los españoles sepamos discernir los hechos de aquel día de lo que vino después -el inesperado vuelco electoral-, lamentablemente no puede decirse lo mismo de determinados representantes políticos.
Hoy, España entera volverá la vista atrás en un sentido homenaje a quienes lo perdieron todo aquel día. Hoy guardaremos silencio, encenderemos velas y compartiremos de nuevo ese dolor insuperable. Hoy, lejos también de las tensiones que se vivieron entonces por enfrentamientos que parecieron amenazar nuestra a veces frágil convivencia, estaremos todos juntos, con independencia de nuestra ideología o de nuestras propias circunstancias personales, porque a todos nos unirá el deseo de no olvidar nunca a todas y cada una de las víctimas del 11-M y también la esperanza de seguir viviendo en democracia y en paz por encima de las siempre superables diferencias políticas.