Sabemos que la contaminación a la que estamos sometiendo nuestro planeta está provocando efectos terroríficos en el equilibrio medioambiental. Las consecuencias de estas prácticas incontroladas abarcan un amplísimo abanido de males que van desde las catástrofes naturales hasta la proliferación de graves enfermedades, pasando por el temido cambio climático.
En nuestra Comunitat se está detectando en los últimos años un aumento preocupante de la contaminación en un entorno en el que, precisamente, no hay industrias pesadas a las que poder echar la culpa.
De ahí que el Govern decidiera crear una Oficina del Cambio Climático para afrontar los retos que todo esto supone y, desde luego, ponerles solución, pues Balears, siendo un paraíso natural, se ha convertido en una de las comunidades que incumplen los baremos marcados por el Protocolo de Kioto.
Ahora hemos conocido las intenciones de esta nueva entidad de cara a los próximos años. No será fácil, pero el desafío está en reducir las emisiones de gases tóxicos en nada menos que dos millones de toneladas de aquí a 2012. De lograrse, Balears contaminaría el aire con seis millones de toneladas de gases, frente a los nueve que se registraron el año pasado.
Concienciar a la población y aplicar medidas en centros públicos, como colegios y residencias de ancianos, es necesario y está muy bien. Pero aquí la principal fuente de contaminación atmosférica son un parque móvil de un millón de coches, la densidad del tráfico aéreo y el consumo feroz de energía. Y sobre eso hay poco que decir. Somos todos los que tendríamos que tomar medidas y eso, hoy por hoy, es utópico, porque nuestro estilo de vida se basa, justamente, en esos factores.