Como era de temer, en este guirigay que se ha organizado en Galicia tras las elecciones autonómicas del pasado domingo, está tomando más protagonismo el líder nacionalista Anxo Quintana que los verdaderos ganadores de las elecciones, que fueron, en primer lugar el PP, por el número de votos, y en segundo, el PSOE, por el incremento logrado. Sin embargo, como ya ocurrió en Catalunya con ERC y Carod Rovira, la clave del éxito la tiene el BNG y su dirigente no se ha mostrado precisamente recatado a la hora de imponer sus exigencias para formar gobierno.
Y tiene jugo la cosa, porque Quintana cifra en 21.000 millones de euros, ahí es nada, la «deuda histórica» que el Gobierno central tiene con su región, en concepto de «dinero que no se ha invertido en sanidad, infraestructuras, educación, tecnología y empleo». Pues muy bien, porque este nuevo concepto de lo «no invertido» podemos aplicárnoslo todos y así exigir, cada uno desde un rincón de España, que se resuelva de una vez la deuda histórica.
En Balears podríamos contar con pelos y señales todo lo que nos falta, que es mucho, y reclamarlo con idénticos derechos a los que enarbola Anxo Quintana. Así que nuestro Govern puede ponerse a hacer cuentas de inmediato, pues no hace falta ser nacionalista para tener claro que cualquiera de las autonomías merece y necesita lo mismo que las que están más avanzadas. Se trata, como bien dice Quintana, no de convertirse en un problema para el resto del país, sino de dejar de ser invisible. Porque hasta el momento Balears parece un poco «invisible», excepto cuando se trata de recaudar fondos, porque entonces sí cuentan con nosotros y de forma puntual.