El número de expedientes abiertos por violencia escolar se ha duplicado y supera el medio millar en Balears. Quizá a simple vista, en una comunidad escolar tan abultada, detectar 541 casos de indisciplina o violencia no resulte exagerado, pero sí lo es descubrir que el 60 por ciento de los institutos públicos padece este tipo de problema. A nadie se le escapa que la violencia escolar no es más que un reflejo del creciente ambiente de violencia en la sociedad; lo que ocurre es que cuando el agresor o el que reincide en comportamientos problemáticos es un adolescente las alarmas se disparan con más preocupación, porque las medidas a tomar no están claras.
La puesta en marcha del Observatori per a la Convivència Escolar será determinante para establecer cuáles son los comportamientos conflictivos más frecuentes y adivinar sus causas. Sólo así sabremos cómo afrontarlos. Pero de momento únicamente cabe conjeturar que un elemento determinante es el origen social, puesto que los centros que más expedientes han abierto se encuentran ubicados en barriadas de nivel medio-bajo o en zonas tradicionalmente conflictivas. Con este dato en la mano ya sabemos dónde hay que empezar a actuar, puesto que las bolsas de marginación, de pobreza y de problemas sociales generan violencia y ésta se extiende a todos los ámbitos, incluido el escolar.
Una comunidad como la nuestra, que padece aún grandes diferencias sociales y asume fuertes oleadas de inmigración, no puede permitirse la proliferación de zonas incontroladas. Las autoridades educativas deben poner los cimientos para desmasificar los centros más complicados y cuidar al máximo que todos los jóvenes de la Comunitat reciban su educación en igualdad de condiciones.