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Editorial

La independencia de Montenegro

Los ciudadanos de Montenegro se han pronunciado este domingo de forma mayoritaria en favor de su segregación de Serbia, con un porcentaje suficiente para que la Unión Europea (UE) considere válido el referéndum. La posibilidad de independencia montenegrina estaba contemplada ya desde el año 2002, tras los conflictos generados cuando la desintegración de la antigua Yugoslavia. Y, si bien es verdad que los opositores han anunciado que van a pedir el recuento de los votos y han conseguido paralizar la publicación oficial de los resultados, todo apunta a que la pequeña república balcánica se convertirá en el último Estado independiente en breve.

Respecto a los paralelismos que han querido establecer los independentistas catalanes y vascos con la situación de Montenegro, cabe destacar la posición de los nacionalistas de Convergència i Unió (CiU), que creen que establecer paralelismos es una «ingenuidad», o la del alto representante para la Política Exterior de la UE, Javier Solana, que cree que la comparación «raya en el 'delirium tremens'». Y es que no es algo comparable y, además, este símil con la balcanización daría la razón a muchos catastrofistas que han visto en las reformas estatutarias el fin del Estado español.

Por su parte, la UE ha recibido los resultados con prudencia, como no podía ser de otro modo, ya que el tránsito no es un camino fácil y va a requerir de buenas dosis de sentido común, de reflexión serena y de actuaciones mesuradas. En la medida de lo posible debe evitarse cualquier tensión para facilitar el camino de un nuevo país que no alcanza siquiera el millón de habitantes. Con todo, la independencia de Montenegro será un hecho con todo lo que ello comporta.

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