Una multitudinaria manifestación convocada por el Foro de Ermua recorrió ayer las calles de Madrid en contra del terrorismo y exigiendo que no haya un proceso de negociación con ETA. Una concentración apoyada por el PP y muy crítica con la política de Rodríguez Zapatero. La movilización se contrapone a la que tuvo lugar hace apenas unas semanas, que no contó con el apoyo de los conservadores, y congregó a doscientas mil personas en la capital del Estado también contra el terrorismo, pero que contó, en aquel caso, con el apoyo del Gobierno.
De cualquier modo, lo que evidencia la proliferación de movilizaciones es que el problema de las disensiones se está enquistando en la misma sociedad, que asiste perpleja a la confrontación sin tregua de los dos principales partidos españoles.
Es normal que, desde las asociaciones que representan a las víctimas de la barbarie terrorista, se pida, se exija que no haya concesiones políticas a la banda. Es algo perfectamente lógico, por cuanto ello supondría legitimar la violencia como instrumento político y eso es una sinrazón.
Tal vez al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero le ha faltado claridad a la hora de afrontar el problema terrorista, con unas declaraciones, en ocasiones demasiado sutiles, como para percibir la fortaleza del Estado frente al terror. Aunque también es cierto que desde el Partido Popular se ataca sin piedad al Gobierno utilizando como principal elemento el asunto del terrorismo. Y lo único que se consigue con ello, precisamente, es fomentar la división y el enfrentamiento. Es preciso retomar el camino de la unidad para evitar que los choques partidistas en un tema sensible, que requiere de todo el sentido común posible, se trasladen a la calle, aunque en un período preelectoral como el que vivimos es una ardua tarea.