Parecía que los ciudadanos de cualquier punto del país podíamos sobrevivir tranquilamente sin tener que escuchar a todas horas noticias y tertulias referidas al País Vasco, que con su escasísimo territorio había logrado monopolizar la política nacional. Pues no, era una ilusión. La tregua anunciada por ETA y el fracaso de la negociación con el Gobierno tras el estallido de la bomba de la Terminal 4 de Barajas habían dado paso a cierto impasse que para la mayoría era un verdadero descanso. Incluso descubrimos que podíamos ver un telediario o leer un periódico sin contar siempre con constantes alusiones a asuntos internos del País Vasco.
Ahora, por desgracia, todo vuelve a su sitio. Y Euskadi con sus problemas ocupan de nuevo ríos de tinta. Los etarras, alarmados porque ya no ocupan titulares en primera plana, se han dedicado a renovar su campaña de extorsión a empresarios vascos y navarros, exigiendo nada menos que 150.000 euros (25 millones de pesetas) en billetes pequeños, al más puro estilo mafioso. ¿El objetivo? Todos tememos que sea reemprender la lucha armada ante el clamoroso fracaso del diálogo con las instituciones.
Así las cosas, y por fin, los dos líderes de los partidos mayoritarios de nuestro país, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, han decidido sentar la cabeza y situarse en el lugar que les corresponde: el de la cordura. Anuncian que van a reunirse para hablar de terrorismo. Y eso nos parece a todos lo más natural, aunque a ellos les cueste tanto.
A estas alturas del partido no está el país para experimentos ni para bobadas -se han pasado la campaña electoral municipal y autonómica cargando las tintas con alusiones al asunto terrorista- y lo que urge es coger el toro por los cuernos. Es imprescindible a estas alturas recuperar el consenso y el acuerdo para luchar de forma conjunta contra el enemigo común.