Rosa Estaràs asumió ayer tarde, aunque de manera provisional, la presidencia regional del Partido Popular de Balears tras la dimisión formal de Jaume Matas, el cual ha forzado esta situación al no abandonar, desde un primer momento, todos sus cargos políticos y dejar una fórmula inestable de gobierno en su propio partido. Matas cometió dos errores: abandonar el partido sin esperar a las elecciones generales y no dimitir de su cargo de presidente si realmente quería irse con tanta inexplicable urgencia.
No cabe duda que el refrendo unánime a Estaràs por parte de la Junta Directiva Regional del PP es un balón de oxígeno muy importante para la formación conservadora, la cual disipa los intentos de cuestionar la autoridad interna de la que hasta ahora era su coordinadora general. Por tanto, el Partido Popular gana tiempo y, cabe suponer, tranquilidad para afrontar uno de los hitos más importantes del próximo calendario político: las elecciones generales de marzo de 2008.
Sin embargo, la confirmación de Rosa Estaràs como líder del Partido Popular en las Islas no resuelve todos los problemas de fondo que arrastran los conservadores desde las pasadas elecciones autonómicas. Con independencia del resultado que arroje la anunciada convención, sólo un congreso regional "que las previsiones sitúan en otoño del año que viene" aclarará de un modo definitivo el liderazgo del PP, la orientación ideológica del partido y, en consecuencia, su estrategia política para afrontar la legislatura.
El extraordinario peso político del PP balear le obliga a exponer ante su electorado, con claridad, hacia dónde se encamina y que acabe este período de incertidumbre en el que oscila "en función de sus diferentes dirigentes" entre las posiciones filo nacionalistas y las que abrazan el más rancio centralismo madrileño. Lograr dirigir el PP con éxito hasta ese punto es la tarea que ahora le corresponde a Estaràs.