Espectacular. Esta es la palabra que mejor define la intervención del Cuerpo Nacional de Policía en el poblado gitano de Son Banya, cuyos efectivos tuvieron que librar una auténtica batalla campal en la operación destinada a bloquear los accesos de este núcleo palmesano convertido en el mercado central de la droga.
Con independencia de los resultados a corto plazo, la venta de sustancias estupefacientes ha disminuido de un modo espectacular en los últimos días, el efecto de la intervención policial tiene una consecuencia ejemplarizante: ningún barrio o colectivo puede quedar impune. Ésta debe ser la primera consecuencia de la que deben tomar buena nota los responsables de Son Banya, los cuales, de un modo más o menos explícito, consienten o justifican la masiva actividad delictiva en la barriada. En la misma línea es inadmisible que se plantee por parte de los jefes del clan gitano un chantaje a la sociedad para resolver la situación, exigiendo trabajo para sus vecinos a cambio de acabar con el tráfico de drogas.
Hace décadas que desde distintos estamentos públicos se intenta acabar con la situación en la que se encuentra Son Banya, una especie de círculo vicioso que resulta imposible romper. Sin la decidida voluntad de sus actuales moradores es imposible solucionar el problema social y urbanístico que les acucia, los cuales empujan a este poblado hacia una marginalidad cada vez más irreversible.
En los próximos días están previstos contactos institucionales para tratar de alcanzar algún tipo de acuerdo que permita desbloquear la actual situación de enfrentamiento, un auténtico reto en el que ambas partes deberán ser capaces de cerrar un nuevo clima de convivencia; siempre bajo el imperio de la Ley.