El juicio a tres mandos militares en la Audiencia Nacional por su actuación en la identificación de los cadáveres del trágico accidente aéreo del Yak 42 en Trebisonda (Turquía) cuando trasladaba tropas españolas desde Afganistán a España en mayo de 2003, el cual se celebra a instancia de los familiares de las víctimas que no fueron debidamente identificadas antes de proceder a su inhumación, pone de manifiesto la improvisación y premura con la que se trasladaron los restos a nuestro país con la única razón de estar presentes en el funeral de Estado al que asistieron las primeras autoridades españolas. No hubo otra razón para justificar que los cuerpos despedazados de treinta militares se entregasen a sus familias sin ningún tipo de comprobación sobre su identidad.
El testimonio de los forenses turcos que participaron en las primeras tareas de identificación de los cuerpos confirma la negligencia en la actuación de los militares españoles, los cuales cometieron la tropelía conociendo que había cuerpos no identificados que luego se entregarían de manera indiscriminada a familiares de los pasajeros de aquel fatídico vuelo del Yak 42. Provoca repugnancia que se trate de justificar aquella actuación que como poco se puede calificar de inhumana.
Después de una tardanza totalmemte injustificada la Audiencia Nacional dictará sentencia acerca del posible delito de falsedad documental cometido por los tres mandos militares sentados en el banquillo. Pero la opinión pública ya ha dictado su sentencia. Hay otros responsables: los que ordenaron que la repatriación de los cadáveres se hiciese de aquella manera, para poder celebrar un funeral de Estado en el que no faltara ningún féretro, aunque poco importase su contenido. Pero esto no se juzga en la Audiencia Nacional.