Pasa por Eivissa el conseller de Medi Ambient, Agricultura i Territori del Govern balear, Biel Company, y anuncia más de lo mismo: no hay fecha para poner en marcha la desaladora de Santa Eulària, de manera que en Sant Jordi pueden esperar sentados a que salga agua potable por sus grifos; la depuradora de Cala Tarida no estará acabada hasta finales de 2015; y por lo que se refiere a la nueva depuradora de aguas residuales del municipio de Eivissa habrá que esperar unos tres años más para que se pueda poner en marcha. O sea, la tan necesitada depurada de Vila no tiene un futuro muy claro.
Pero resulta que el mal funcionamiento de la citada depuradora está afectando, también, a la calidad de vida del municipio de Santa Eulària. No me refiero solamente a la pestilencia que hay día sí y día también en la zona de Jesús, sino que las aguas sin depurar se han canalizado y se aprovechan para regar el campo de golf de Roca Llisa. El único campo de la isla que tiene –leo en Internet- un campo de 18 hoyos, otro de nueve, un complejo dotado de un club-house, restaurante-bar, un pro-shop y vestuarios. Y no vean la qué se arma con las pestilencias que desde Vila inundan Cala Llonga de Dins y Cala Llonga de Fora. Y me lo ha dicho un buen amigo que vive cerca del citado campo de golf, hasta el punto que se ven obligados a cerrar puertas y ventanas para poder respirar.
Así que no entiendo las razones que impiden a las autoridades autonómicas y municipales insulares a cerrar la llave de paso que conduce las aguas no depuradas de Vila hasta el campo de golf para que los vecinos de la zona de Cala Llonga puedan vivir sin amenazas sanitarias. Además, deberían obligar a la empresa propietaria del golf a que regara con agua de pozo ya que es su problema. Lo que no se puede hacer, pienso, es machacar al vecindario con malos y nauseabundos olores. Y otra cosa es que las instituciones han de actuar y no lavarse las manos en un tema tan serio y que afecta a la salud y al territorio. Dicho sea de paso, me pregunto por qué no se autoriza ya mismo al grupo Matutes a construir un nuevo campo en golf en Platja taja den Bossa, una zona en donde no hay problemas sanitarios y en la que está claro que las aguas residuales están bien depuradas.
Pasando al servicio del transporte público de autobuses, me resulta muy difícil comprender que no se apruebe por parte del Ayuntamiento de Eivissa la instalación de una marquesina, con señalización horizontal y vertical, a la altura del establecimiento antes denominado Delta Disco. Es la última parada antes de ir los autobuses hacia la avenida Isidor Macabich, de manera que los usuarios foráneos, en concreto los turistas, tienen todo el derecho del mundo a saber que han llegado a un punto cercano al puerto, a la entrada a Dalt Vila, a los centros comerciales, es decir, al "Down Town", que se dice en inglés. Aquí y ahora, a la vista está, hay algunos políticos responsables de pisar los derecho de los visitantes y a los usuarios del autobús que se hospedan en es Viver y en Platja del Bossa.
mismo tiempo, no ha pensado en los perjuicios que tendrán los formenterenses obligados a desplazarse a Vila. Una pena que siempre tengan que perder los más indefensos.