Tras este título estrafalario que digamos no es el peor que se me ocurrió, se esconde una realidad. Las mujeres Españolas son las mejores de Europa.
Esta afirmación me atrevo a decirla, a pesar que llevo mucho tiempo pensándolo, después de una reciente encuesta entre muchos países Europeos, la mujer Española fue elegida por una amplia mayoría como «la mujer con quien me gustaría pasar una noche romántica», tan solo los holandeses que eligieron a las suecas y los Españoles, que por lo visto elegimos a las Italianas (al igual que las Españolas a los Italianos, antes de que se nos enfaden…) el resto de Europa eligió como número uno a las Españolas, nosotros quedamos segundos detrás de los italianos y gracias al voto de nuestras paisanas… pero en fin… solo demuestran seguramente tener buen gusto.
Y cuando digo las mejores mujeres es precisamente porque en la encuesta no preguntan por las más guapas, ni por las más inteligentes, ni por las simpáticas.
Y es que el salto de la mujer Española de 30 años atrás a ahora es espeluznante para bien, han mejorado en todo, son seductoras, pero con esa seducción que hace que no sea necesario que ellas «ataquen» en realidad no les hace falta, miran y seleccionan así de sencillo hacen el cortejo, sensuales por naturaleza y como ellas solas… Es verdad que también son pasionales y por eso tantas veces sufren por amor, al entregarse lo hacen sin medias tintas, por entero. Son celosas pero de todo lo suyo, de su trabajo, de su hombre de su patrimonio. Es verdad que entre ellas compiten continuamente y sin dejar nada al azar. No son muy protocolarias y tal vez tampoco las más dulces… salvo cuando les conviene. Pero por las amistades de verdad luchan todo lo imposible por mantenerlas hasta el final. Es por estas cosas que tal vez, gozan de un magnetismo que traspasa todas las fronteras…
Y nosotros… pues nosotros bastante tenemos con remar como locos para no quedar muy atrás y disimular con cierta arrogancia que no son tan importantes para nosotros como pudiera parecer, pero tu y yo sabemos que como decía Serrat… «la mujer que yo quiero me ato a su yunta para sembrar la tierra de punta a punta… la mujer que yo quiero me ato a su yunta, pero por favor no se lo digas nunca».
Y si no me creéis, salir a dar una vuelta y ya me contareis.