Treinta años después, la isla de Eivissa ha estrenado un nuevo hospital. Un acontecimiento que dentro de tres décadas no creo que se vuelva a repetir, aunque también pienso que los ibicencos de 1985 tampoco esperaban que el entonces nuevo Hospital Can Misses algún día se quedaría pequeño, como así ha sucedido. Lo que sin embargo no han podido conseguir nuestros gobernantes es que el nuevo centro hospitalario abriera sus puertas con el servicio de radioterapia en marcha. Una circunstancia que constará en el debe de nuestra clase política, que solo se ha puesto manos a la obra cuando se ha visto arrinconada por la opinión pública y la gran demanda social.
Además de la radioterapia, Can Misses II abre sin apenas nuevas especialidades que ofrecer a los ciudadanos. Y lo que es más grave, el conseller de Salut, Martí Sansaloni, aseguró esta semana en el Parlament que para que se pongan en marcha nuevos servicios, Eivissa tendría que contar con 50.000 tarjetas sanitarias más, es decir, un aumento de población inasumible para un territorio finito como el de nuestra isla.
Una vez la radioterapia ya esté plenamente operativa en Can Misses, la obligación de nuestros representantes políticos será conseguir que el hospital ibicenco ofrezca un mayor número de servicios para que tanto los ibicencos como los formenterenses puedan recibir en las Pitiüses cuantos más tratamientos mejor. Ya va siendo hora que obtengamos las prestaciones que nos merecemos en relación a los impuestos que pagamos.