What happens in Ibiza, stays in Ibiza. Ese es el eslogan. Lo que pasa en Eivissa, se queda en Eivissa. Seguro que lo han visto pintado en alguna camiseta. Es un eslogan que nos proporciona una imagen exacta de lo que los turistas piensan de la isla.
La frase presupone que Eivissa es algo así como un espacio estanco, sin conexión con un sistema legal externo o una escala de valores foránea, una especie de burbuja hedonista aislada del mundo. El subtexto no políticamente correcto del eslogan sería el siguiente: si estás en Ibiza puedes drogarte lo que quieras, hacer lo que quieras, en el horario que quieras y en el sitio que quieras, sin que ello comporte ningún tipo de consecuencia más allá de tus vacaciones. O sea, que aquí, la ley, no funciona. Fuera de aquí, la libertad de cada uno limita con los derechos de los demás; en Eivissa, esa limitación no existe.
Evidentemente, esto sólo es parcialmente cierto. Lo que sucede en Eivissa sí tiene consecuencias. El suelo de Eivissa es igual de duro que en todas partes, de modo que el final de una caída desde el balcón es el mismo que en cualquier otro sitio. Perdonen el sarcasmo macabro.
El eslogan, dirigido en principio al turista discotequero estándar ibicenco, podría aplicarse a otros muchos ámbitos de la isla. Propongo una versión levemente modificada y adaptada para alguno de nuestros empresarios y para nuestra numerosa plantilla de piratas: Haz lo que quieras en Ibiza, que seguro que no te pillan. ¡Mira, si me ha salido un pareado! Pronto lo veremos impreso en camisetas.
En Eivissa, la mitad de los taxis son ilegales; la playa está ilegalmente ocupada por las tumbonas y las camas balinesas; los barcos fondean ilegalmente sobre la posidonia; los pisos se alquilan a los turistas de forma ilegal; parte del mercado del catering lo cubren pseudoempresas sin controles sanitarios; la mitad de los chárteres náuticos son ilegales; los horarios, el volumen de la música y los aforos de muchos establecimientos de ocio incumplen la ley; los contratos a tiempo parcial son a tiempo total y hasta los autónomos son falsos; el urbanismo a la carta supera en hectáreas al urbanismo de menú. Y vamos a dejarlo aquí.
Con este panorama, uno ya se creía curado de espantos. Sin embargo, que la policía suelte a un detenido porque se lo piden sus amigos (los amigos del detenido) ha superado mis expectativas; sucedió el martes, cuando la Policía de Sant Josep liberó a un vendedor ambulante por la sencilla razón de que sus compañeros fueron a protestar ante la comisaría. O sea que, desde ahora, cualquier detenido, para salir, solo tiene que llamar a sus amiguetes para que monten un poco de jarana. El Ayuntamiento de Sant Josep ha reaccionado con rapidez y parece que el responsable de la decisión, el jefe de la Policía Local, verá terminar su carrera de forma abrupta. Yo no sé si esa es la consecuencia que debe producirse, pero, después de un error de esa magnitud, alguna reacción por parte del ayuntamiento tenía que haber. La venta ambulante está prohibida, sea el vendedor senegalés o ibicenco, payo o gitano. Y, en cualquier caso, no se debe permitir que se chantajee a la autoridad.
Es obvio que en Eivissa la policía no da abasto. Hace un par de días, le pregunté a un responsable de la Asociación de Bares del West End sobre el trabajo de los dos bobbies que se han desplazado a Sant Antoni este verano. Me contestó que «muy bien», que había servido para que la Guardia Civil saliera a patrullar para hacerles compañía. Bueno, pues con eso está todo dicho. No se trata de convertir Eivissa en un estado policial, pero es que la isla se parece demasiado al Salvaje Oeste. Y, tal y como nos ha mostrado Clint Easwood, en el Salvaje Oeste, si esperabas a que llegara un agente de la ley, estabas muerto.
Sin embargo, parece que hay razones para el optimismo. La reacción del alcalde de Sant Josep demuestra buenos reflejos, y de Sant Antoni llegan noticias de que se están tomando el tema de hacer cumplir las ordenanzas más en serio. Ya veremos. Yo creo que Eivissa no necesita ni más leyes ni más ordenanzas. Antes necesita que alguien haga cumplir las ordenanzas municipales que ya existen y el Código Penal. Y, ahora, si todos estamos de acuerdo en que en Eivissa se necesitan más policías, un preguntilla: si en el Consell se han sacado de la manga doce trabajadores extra para la ITV, ¿por qué es imposible poner a trabajar una docena de policías más?...