Ha pasado ya largo tiempo desde que, una gran amalgama de docentes nos manifestamos y luchamos hasta casi rozar la extenuación mental, realizando incluso huelgas a costa de nuestros ahorros durante semanas, por aquello que se pensaba iba a ser un tsunami difícil de parar que rompería barreras políticas, cual espíritu quijotesco, con la intención de conseguir mejorar lo que todos los docentes deseamos y anhelamos, que nuestros alumnos tengan una educación digna, de calidad, con asistencia de recursos garantizada, en la que, entre otras cosas iba incluida la estupenda y archiconocida reivindicación de la anulación del famoso TIL (Tratamiento Integrado de Lenguas) que, en resumen, imponía la obligación del uso del inglés en las aulas de forma unilateral y sin una comunión necesaria con la comunidad educativa. Ese dichoso y maldito TIL, cual caballo de Troya envenenado, consiguió por desgracia, lapidar y silenciar el resto de demandas también importantes y necesarias que se hicieron, que en muchos casos cayeron en agua de borrajas. La cuestión es que, después de semejante desgaste mental al que nos vimos sometidos, muchos esperamos ingenuos que, con la llegada de un Gobierno nuevo, entrara una bocanada de cordura que consiguiera dar soluciones claras a los problemas reclamados y planteados con anterioridad. Nada más lejos de la realidad. Lo que en su día se llamó "marea verde", sin llegar a desmerecer todo lo conseguido, se ha convertido ahora en una especie de "diarrea verde". Huele mal, está todo muy disperso y ha perdido el color "verde alegría" del principio. Y de la incipiente desidia reinante, entre otras cosas, tiene la culpa precisamente, el que se vean noticias desesperantes y decepcionantes en la prensa como las que hemos vivido recientemente en Baleares, en las que, un nuevo Gobierno ya, con una Conselleria d'Educació comandada por uno de los que se suponía iba a ser el "Cristiano Ronaldo" del cambio, resulta que después de tanto criticar la anterior forma de proceder del anterior equipo de Gobierno por presentar un proyecto lingüístico irreal, sin asesoramiento y no consensuado. En vez de presentar un nuevo proyecto serio y bien mascado, nos encontramos con otra ocurrencia genial más, habitual de los circos políticos, a modo de enésimo parche, en el que la única solución inteligente planteada es la de que cada Centro Educativo elija voluntariamente dar las clases no lingüísticas en Inglés o no. Eso sí, para rematar la faena, a los maestros se les exigirá un nivel B2 para dar estas clases en Primaria (como con el TIL anterior) y a los profesores, ahora un C1 en ESO, Bachillerato y FP. Genial, bravo. Todo un bombazo, sí señor. ¿Y esta es la alternativa de mejora y cambio?
Señores Cristianos Ronaldos y Messis de la política. Por favor, ya está bien de jugar con nosotros los docentes como si fuéramos fieles masocas de un sistema caducado que, en vez de cambiar de raíz, se intenta sanear a base de parches mediáticos. ¿Tan difícil es darse cuenta que el problema endémico en nuestro País (y de nuestras islas en particular), de que nuestros alumnos tengan un nivel deprimente de Inglés, NO pasa por obligar para solucionarlo a que todo Dios imparta sus clases en ese idioma? ¿Alguno de ustedes nos ha preguntado nuestra opinión? -No, no por favor, no me digan que han hablado con Asambleas, Mareas, sindicados, agrupaciones o lo que sea-. A NOSOTROS NO nos han preguntado, NO A TODOS y cada uno de sus trabajadores en activo. No me sirve que "hablen o no" con 4 que no representan a una supuesta mayoría, por mucha o poca legitimidad que tengan.
Se trata de una cuestión de sentido común. Cualquiera con dos dedos de frente que conozca la realidad de los Centros Docentes desde dentro (pueden preguntar a cualquier profesor de los Departamentos de Idiomas) sabe que, el problema no es dar más clases en ese idioma obligando al profesorado no lingüístico a forzar impartir de forma antinatural clases de Matemáticas, Ciencias, Tecnología, Plástica, etc…sino de cómo se imparte la propia asignatura de Inglés. El conocimiento, se asimila y asienta millones de veces mejor en la lengua materna de uno por mucho que se nos pretenda vendernos la moto.
En vez de fustigar a profesores de otras disciplinas no lingüísticas, entre los que generalmente, además acaban siendo los interinos los que pagan los platos rotos de tanto experimento, poniendo en riesgo nuestro futuro trabajo y, lo que es peor, el pan de nuestras familias, para que cada dos por tres nos saquemos (bajo gasto propio, claro) este o aquél nivel de Inglés, lo que verdaderamente se tendría que hacer con los alumnos es marcar un nivel mínimo de salida para cada etapa educativa y, a partir de ahí, agrupar a los alumnos por niveles y no por edades, en grupos reducidos de no más de 10-15 personas. Tal como lleva haciéndose reforma tras reforma educativa, para un profesor de idiomas, tener que dar su asignatura a 25-30 alumnos en 55 minutos por clase es literalmente inviable. Las matemáticas aquí sí que no fallan. No llega ni a 2 minutos por alumno para poder participar en el aula decentemente. Con lo que el aprendizaje del Inglés se reduce a un "Hello, my name is Fulanito" o a que el alumno tenga la suerte de que sus padres le puedan pagar una buena academia de Inglés. No nos vamos a engañar a estas alturas de la película. Lo viví yo hace 30 años y lo están viviendo mis hijos en la actualidad. Pero claro, atreverse a dar el paso, supone contratar más profesores e invertir más dinero y eso da mucho "yuyu" a la administración, Nacional o Regional. Meterse en camisas de once varas de proyectos rigurosos que requieren de años de estudio, control y asentamiento, no tiene cabida en la vorágine de periodos de 4 en 4 años que les duran las Legislaturas sin pactos de Educación entre partidos, no sea que luego vayan a salirles rana y se queden sin sus preciados votos. Mientras tanto, eso sí, a seguir con los experimentos chapuceros a lo Frankenstein.
Así que, en resumen, un servidor ya está cansado de tanta tomadura de pelo y tanto marear la perdiz. Amo mi profesión y como muchos compañeros por suerte, y eso les salva y permite que el castillo de naipes de la desfachatez educativa de este País no se haya desplomado antes. Dejen pues de tomarnos por tontos y hagan su trabajo, que ha de consistir sencillamente en, si no quieren sentarse a romperse la sesera por un macro pacto de educación decente, por lo menos, dejar que los docentes podamos levantarnos todos los días con la entereza suficiente como para ir a trabajar pensando exclusivamente en invertir el 100% de nuestras neuronas en la materia a impartir y en el bienestar de nuestros alumnos y no en los dolores de cabeza de sus tejemanejes y estreses externos que a modo de ocurrencias recalcitrantes, lo único que consiguen es generar mayor malestar, inquietud y hastío en la comunidad educativa. Dicho esto, muchas gracias y buena suerte.