Jesús estaba junto al lago de Genesaret, y la multitud se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios. También en nuestros días hay muchos que están deseando oír el mensaje de Dios. En la actualidad, al propio tiempo, existe tanta indiferencia, tanta increencia, tanta ignorancia respecto a la religión, a la que se la considera como algo raro, pasado de moda, y solamente , de ámbito privado. A pesar de ello hay una realidad siempre actual en la vida. A nuestro corazón no le bastan las explicaciones habituales, no le satisfacen las mentiras y sofismos del mundo. Tal vez, hoy en día, muchos no creen porque la vida de los que nos llamamos cristianos no es coherente con la fe que profesamos; pero tengamos confianza, no está todo perdido.
Muchas personas no creyentes, por diferentes causas, llegará el día en que sentirán hambre de Dios, y, con su gracia, volverán a los brazos de Cristo que siempre a todos espera lleno de misericordia y amor. Como nos dice el Papa Francisco: "Vayamos al encuentro de cada persona llevando la bondad, y la ternura de Dios. En el Evangelio de hoy también contemplamos la pesca milagrosa y la vocación de los primeros discípulos. Jesús sube a la barca de Pedro para enseñar desde allí a las muchedumbres. De igual modo el Señor continúa enseñando desde la Iglesia- como hizo desde la barca de Pedro- a todas las gentes. Cuando acabó su catequesis, ordenó a Simón Pedro: "Guía mar adentro, y echad vuestras redes para pescar". Echadas las redes recogieron tal cantidad de peces que las redes se rompían. Cuando Jesús dijo a Pedro: echad vuestras redes para pescar, contestó Pedro: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada; pero no obstante, en tu nombre echaré las redes. Pedro decide proceder como Jesús le ha sugerido; se compromete a trabajar fiado en la palabra del Señor. Este episodio del Evangelio nos hace comprender que sólo por nuestras propias fuerzas no podemos nada, pero con Cristo lo podemos todo. Lo verdaderamente evangélico no consiste en dejar simplemente todas las cosas, sino en dejarlas para seguir a Cristo. Esto es lo que hicieron los apóstoles. Hoy y siempre pidamos vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras que la Iglesia y el mundo necesitan.
Que la Reina de los apóstoles nos alcance muchas y verdaderas vocaciones.