Amaneció una mañana fresca y lozana. La mañana. No la erótica. La erótica ya estaba. De hecho siempre estuvo ahí. Preparada. Esperando su turno. Agazapada tras el poder. Hasta que este llegó con ese porte que solo lleva aquel que ha tocado el cielo, o lo que en términos "cameronísticos", en Titanic emplease James Cameron, al recoger sus once óscars: "the King of the world". En español: el rey del pollo frito, que de eso sabe mucho Ramoncín. De pollo frito, me refiero. No de poder, y mucho menos de erótica, que con las pedradas que recibía en sus conciertos, no estaba para muchos vivas. Pues como andaba yo contando. Que esto de la erótica tiene su morbo. Sobre todo cuando a los políticos les dan el acta de diputado, y entran por la puerta grande de la plaza de toros más difícil de lidiar de este país, el Congreso, en donde los cuernos son los más largos, los más grandes y las estocadas, las más bajas, las más traicioneras y las más profundas. En definitiva: igual que le ocurriera a Cameron con sus Óscar, un subidón, en el momento en que cada diputado toma posesión de su escaño; que aunque puedan tener dudas sobre la procedencia y raíz de dicho sustantivo, y por el ridículo que hacen algunos políticos en sus nefastas intervenciones; escaño no viene de "escoñe", y para nada, el término significa, que porque un político sea nefasto, la pifie continuamente en sus intervenciones, y no repita en una próxima legislatura; el término, provenga de la palabra escoñarse. Escaño es otra cosa. En serio. O ¡no! Bueno. Es coña. Ustedes ya me entienden. ¿Cuantos políticos conocen que se hayan escoñado? En general, todos acaban por hacerlo más pronto o más tarde. El veredicto de las urnas es irrefutable, y lo más próximo a lo que podría ser un film de Clint Eastwood, llamado "Sin Perdón". Lo contrario sería un pendón. Pero eso ya forma más parte de la erótica, que aunque por mucho que alguno de ustedes me insista, no tiene nada que ver con la Chicholina que destacó en la política italiana por ser una gran diputada, además de una gran actriz, precisamente por sus grandes dotes de interpretación en la pantalla, y porque tenía fama de saberse muy bien sus discursos, además de los papeles que interpretaba, fundamentalmente debido a la gran virtud de practicar los muchas veces; y ya saben ustedes que la practica siempre engrandece nuestros conocimientos. Les deseo que practiquen mucho. Tanto o más que la "chichi-o-lina". Eso les dará salud. Salud política, no sé. Pero irán más relajados a todas partes, o al menos tendrán la piel más tersa. Algo que les vendría bien al gran elenco de políticos que pueblan nuestro territorio, y en especial, a los ya electos, cuyo poder, del que son muy conscientes, - algunos para deshonra de su casta, exigen asientos vip en los aviones, o acceso a las salas vip de los aeropuertos, de forma amenazante y con el acta de diputado en la mano, para hacer valer su poder-, carece de toda erótica, porque dadas las pintas que llevan algunos, y no solo me estoy refiriendo a las vestimentas, sino también a las formas empleadas por algunos de estos personajillos, - en ibicenco, "morts de fam"-, dejan muy, pero que muy bajo, el listón de nuestros miembros y "miembras" electos, que ahora nos cuentan que ni se entienden, ni se comprenden los unos a los otros. Que no hay acuerdo, y que hay que repetir el proceso electoral. Y vuelven los mismos y con los mismos collares. En busca del poder. ¡Que venga Mister Proper con el algodón! ¡Ya está tardando! Porque la erótica no va a venir. Se encuentra al fondo. Junto a la "salida". Que esa sí que se las trae y tiene miga, pues todos la desean, pero nadie la quiere, sobre todo si esta se produce por la puerta de atrás. Que venga Chicholina a poner orden. Muy erótica ya no es. Ahora, salida, salida, mucho.
OPINIÓN | Enrique Moreno Torres
La erótica y el poder
E. Moreno Torres | Eivissa |