Amados lectores. Esta es la historia de la vida perra de unos perros, como no podría ser de otro modo. Debiera decir que siendo esta, perra, no lo es tanto como la de algunos que no lo son, y que suelen ver pasar los lunes al sol. Los lunes, los martes y así hasta los domingos, y vuelta a empezar. Alguien podría pensar que aquí se está hablando de nuestros turistas que gustan de tumbarse a la bartola, pero no. – algún día tendremos que indagar en el origen de la expresión, pues bien podría haberse llamado manola, aunque de este último término mejor no indagar en sus orígenes y correr un estúpido velo. Lo de tupido, tampoco lo entendí jamás, y sinceramente no me inquieta tanto como el término bartola. No lo entendí, como tampoco no acabo de entender por qué culpan a unos pobres cachorritos moteados de llevar una vida perra, cuando lo que queremos decir con esa expresión, es que los humanos pueden llegar a ser más perros que los propios cánidos. Y es que en el fondo son puros celos innatos del bicho humano. Ya nos gustaría poder rascarnos las orejas con alguna extremidad de nuestro cuerpo, y en el caso de los de sexo masculino, y para que no haya malas interpretaciones, me estoy refiriendo a los dedos de los pies, como ellos hacen, y ser tan nobles como ellos. Sin embargo, ¡Ya ven! Ni por esas. Ya me gustaría a mí ser el Pongo de esta historia, sobre todo por eso del, hoy quito, y mañana pongo, que últimamente está muy de moda en todos los ámbitos de la vida perruna que llevamos, pues se cambia de partido, de bando, de chaqueta, de camisa, y no digo de slips- por no decir calzoncillos, que suena peor que el término "manola"- porque no soy de la opinión de que si nos pusiéramos un tanga, los machotes, mejorara el asunto. Aunque también les digo que en algunos casos y dados los nuevos vientos que corren, tal vez sea mejor, hacer como nos dijera el gran poeta Antonio Machado, ir ligeros de equipaje para tan largo viaje. Todo es probar, aunque a mí, lo de la tira en medio del culo no me motiva, y eso por muy centrista y moderado que uno pueda ser, y muy a pesar, en donde esta pueda estar situada, - en medio-, pero es que hay cosas que, o gustan desde el principio o simplemente hay que descartarlas, imagino que igual que cuando uno llega a su colegio electoral en una cita, y se encuentra con papeletas como la de Pacma, partido animalista, y en ese momento, duda si apoyar los con su voto, para que se borren las corridas de toros de la faz de la tierra, que en mi opinión veo genial, u optar por otra lista que te ofrezca una mínima garantía de que no te va a dar más cornadas el hambre, que los propios bóvidos. En ambos casos, todos ellos legítimos y como suele decirse en términos marineros, que cada cual aguante su vela, o en el peor de ellos, que nos importe un pito lo que pase y que nos traiga al pairo. Yo aquí, ni quito ni Pongo. Ahora bien, para perro, perro, prefiero ser caniche. Siempre está bien cuidado. Lo de llevar manchas, nunca lo he llevado bien.
OPINIÓN | Enrique Moreno Torres
101 dálmatas y un caniche
E. Moreno Torres | Eivissa |