El Paseo de Vara de Rey es magnífico tal como está. ¿Por qué entonces reformarlo? A la vista de la gran cantidad de opiniones para todos los gustos, personalmente me alineo con los que no ven la necesidad de su corte total al tráfico. Lo peor es que las proyectadas nuevas obras darán una lata terrible por muchos años y el caos circulatorio aumentará.
Frecuentemente cuando reforman algo es para peor. La clase política tiene tanta vanidad como carece de gusto. Para ser un barón Haussman –el planificador del París esplendoroso— se precisa algo más que leer revistas minimalistas o frecuentar decoradores. En Madrid, Gallardón quiso emularlo, pero le paró los pies Tita Thyssen encadenándose a un árbol centenario. Gracias a ella el Paseo del Prado sigue siendo una maravilla ajena al gusto aséptico del político megalómano.
Disfruto del Paseo de Vara de Rey tal como está. Me gusta caminarlo, sentarme en sus terrazas y pedir un palo con ginebra, comprar los periódicos y leer mientras fumo un puro. No me molestan tanto los coches en invierno, cuando saludas a los osos no durmientes que buscan una cara amiga.
Podría cerrarse parcialmente al tráfico en verano, poniendo unas macetas arboladas, tal y como hacen en otros céntricos paseos de numerosas ciudades, pero su completa peatonalización puede resultar exagerada.
El urbanismo sensible y armonioso sigue siendo una asignatura pendiente. Hay muchos barrios que mejorar (especialmente los modernos). Pero me dan terror las reformas faraónicas que proyectan con ese dinero público que siguen creyendo de nadie.