No podía dar crédito a lo que leía ayer miércoles en este medio: el Conseller de Medi Ambient de la CAIB, Vicenç Vidal, diciendo que se sentía muy orgulloso de cómo se había gestionado al matanza de las cabras de la Reserva Natural de Es Vedrà. Y lo peor de todo es que lo dijo en el Parlament, es decir, en la cámara que nos representa a todos los ciudadanos.
Veamos de qué se siente orgulloso este Conseller. La Directora de Espacios Naturales, Caterina Amengual, recientemente cesada por él mismo, autorizó el sacrificio masivo de la población de cabras que vivían en el islote de Es Vedrà. Tras haberme entrevistado con algunos de los vedraners he podido conocer de primera mano cómo se llevó a cabo el exterminio y la matanza de las cabras. En primer lugar, no se ha seguido lo que dispone la Ley de Protección de la Biodiversidad. Esta ley estatal que es de obligado cumplimiento, obliga a las autoridades y funcionarios a promover el uso de los conocimientos tradicionales para gestionar los espacios naturales protegidos. La Sra. Amengual no lo hizo. En palabras de los vecinos, “se pasó por el forro el método tradicional de captura de las cabras”. Establece esa misma ley que traspone al ordenamiento jurídico español la legislación comunitaria que los sacrificios por razones de protección de la biodiversidad, lo que se conoce como vaciado sanitario, deberán realizarse a través de los medios de sacrificio menos cruentos. Las cabras fueron abatidas a tiros desde barcas. Muchas de ellas no murieron en el acto, sino que agonizaron durante algunos momentos. Así que en lugar de usar el método tradicional que es el menos cruento, la Directora General decidió unilateralmente, usar el método más cruento.
El expediente de protección de la biodiversidad debe, según la ley, exponerse públicamente para dar opción a las entidades de protección medioambiental, participar en la confección del mismo. Otra disposición legal que se saltó a la torera la Sra. Amengual. Sólo hubo una reunión con los vecinos de Es Vedrà, pero ninguna comunicación a las protectoras. Pero como se conocían las intenciones de la Directora General, varias entidades ecologistas se ofrecieron para sacar las cabras del islote y darles protección en santuarios de la isla de Ibiza. Estos ofrecimientos fueron totalmente desatendidos.
Por otro lado, los estudios botánicos en los que se basó al decisión de exterminio de las cabras son incompletos y no determinantes. Sólo se hicieron dos estudios que consistieron en un paseo de algunas horas de los botánicos por el islote. Seguimiento y estudio de la biodiversidad nada de nada. No se realizó ningún estudio de otras posibles causas de la desaparición de la flora, como el clima. Esos estudios son una tomadura de pelo. No siguieron ninguna metodología seria. Por esta razón estos estudios no se pusieron a disposición de la ciudadanía. Es más, todo el expediente, desde el inicio hasta el final ha sido llevado dentro del más absoluto secretismo. ¿Dónde queda la transparencia de la que hacen gala los partidos políticos?
Así que el Conseller Vidal se siente muy orgulloso de una actuación arbitraria, irresponsable, que se salta la leyes estatales y europeas, se siente muy orgulloso de la soberbia de una Directora General que actuó de espaldas al ciudadano y las entidades sociales de la isla de Ibiza, y muy orgulloso de la falta de transparencia.
Este Conseller presume en su página web oficial de haber firmado el Código ético de la CAIB. Este código establece en su artículo 4 que los “los valores y los principios que informan la actuación de las personas titulares de los cargos públicos, son, entre otros, ejemplaridad y honorabilidad. Y en el Anexo III se aclara que ejemplaridad y honorabilidad significa que los cargos públicos son el espejo de la institución, en el que se mira tanto la ciudadanía como las personas que trabajan en ella, de manera que han de evitar cualquier acción u omisión que perjudique, aunque sea mínimamente, el prestigio, la identidad o la imagen institucional de la Administración que representan; así, han de evitar minar la confianza que la ciudadanía tiene en su sistema institucional.
Las declaraciones del Conseller Vidal son una burla al código ético firmado por el mismo. Y son una grave irresponsabilidad por haber declarado en público sentirse orgulloso de haber matado familias enteras de cabras: ¿qué pensarán los niños que lo escuchen o le lean? ¿Qué ejemplo le está dando a las generaciones futuras, que el hombre debe seguir siendo un exterminador? Nos parece inmoral y fuera de lugar la actitud de este señor que no se merece el título de Conseller de todos los ciudadanos de Baleares.