Baleares y las Pitiusas tienen una economía bastante potente, pero sorprende que apenas tengan voz en la política española. Es una autonomía demasiado solidaria, sin embargo pese a su indudable potencial apenas pesa nada en la balanza romana de la política española. Autonomías apesebradas y subvencionadas de cabo a rabo, como la Andalucía de Susana o la Extremadura de Vara, pintan mucho más en los mentideros y las baronías, pero las Pitiusas más las Baleares, y su Govern, en España no pintan res de res. Desde los comienzos de la autonomía balear se aprecia a las claras una tremenda falta de confianza atávica en nosotros mismos, unas veces por no molestar al partido que gobierna el país que era el mismo que el que gobernaba la autonomía y entonces había que callarse, y otras porque se cambia el centralismo de Madrid por el remolque del centralismo catalán. Un claro ejemplo lo hemos visto hace unos días: la foto de nuestra presidenta con nuevo look y estilista, muy guapa y mastresa, con Puigdemont. De la foto parece deducirse que ses Illes pintan, pero no por ellas mismas sino al lado de Puigdemont, president con mucho pelo, envidia de calvos, que hace unos días espetó que tiene una hoja de ruta, vamos que ha recibido las tablas de la ley o el encargo de todo un pueblo, como Moisés con el pueblo israelita (el pueblo elegido), para conducirlo (por caminos inciertos). Nadie sabe bien qué hemos hecho para tener políticos acólitos de otros lares, incapaces de defender La Nostra Terra sin acudir a alianzas con terceros. Creo que ya es hora de que las Islas tengan su propio obrador y que no vengan de un centralismo o del otro a marcarnos nuestra hoja de ruta.
Opinión | Jesús García Marín
El evangelio según Puigdemont
Jesús García Marín | Eivissa |