Las ocurrencias del Consell de Ibiza parecen no tener fin. Casi todas van encaminadas a distraer la atención de los temas importantes y a ser posible, de paso colocar a amigos, afines o familiares.
Los perseguidores de toallas mojadas parecen cumplir estos requisitos, al menos en principio. Es obvio que no servirán de nada a efectos prácticos y es muy probable que vayan creando numerosos problemas y pérdidas de tiempo. Sin descartar que alguno de estos becarios chivatos pueda salir misteriosamente impelido a saltar por el balcón. Pero solucionar el problema de la escasez de vivienda en Ibiza no lo conseguirán.
La realidad se impone: no hay agentes policiales para atender las cientos de llamadas diarias ni hay dinero suficiente para emplear inspectores cualificados con valor de ley, para que se pueda imputar si procede a los dueños de los pisos. Los cuales, por cierto, los alquilan para gran parte o todo el año. El inquilino tiene todas las facilidades para librarse de la ley, por mucho que vaya realquilando durante los cinco meses del verano 2017. Es fácil deducir que no tienen ninguna cuenta corriente embargable en la banca española y, quizás ningún domicilio fijo declarado en nuestra isla. Mándenles chavalas o chicos de 20 años para que les investiguen. No quiero ni pensar lo que les pueda ocurrir, pero cualquier cosa imaginable. La ocurrencia de las toallas procede de la bombera retirada Viviana Sans, que popularizó esta majadería en un programa de telebasura. El problema es que esta autoridad en toallas mojadas es la vicepresidenta del Consell, muy adaptada a Ibiza, en el sentido de que se ha sumado fácilmente a la tendencia de divulgar despropósitos. Ay, qué veranito nos espera.