"Vamos teniendo muestras de que el nuevo gobierno es corrupto… nos roban por todos los lados". Este comentario hecho por una ciudadana en las redes sociales, refiriéndose al equipo de gobierno municipal de Sant Antoni, motivó que el teniente de alcalde de Reinicia, Pablo Valdés, advirtiese a su autora de que o bien retiraba dicha afirmación -a todas luces excesiva- o presentaría una denuncia ante la Guardia Civil. Si la mujer que lanzó aquella acusación hubiese sabido que Valdés fue denunciado por la Policía Local el día 31 de marzo por conducir sin cinturón y hablando por el teléfono móvil, pero inexplicablemente las dos multas han desaparecido y no consta que el líder de Reinicia las haya pagado ni le hayan sido retirados los puntos del permiso de conducir, quizás no hubiera matizado su acusación añadiendo un “presuntamente”. Cuando algo huele mal suele ser porque está corrupto. Las excusas del alcalde Pep Tur Cires que pudimos oír en Radio Ibiza son vergonzosas y ratifican que Cires ha hecho del negacionismo su guía política y así le va, emboscado en negar la evidencia. La decencia política exige que se explique de inmediato qué ha pasado con las dos multas impuestas a Valdés. De no hacerlo, es absolutamente lógico que los vecinos de Sant Antoni piensen que estamos ante un caso de flagrante corrupción, pues eso y no otra cosa es que desaparezcan misteriosamente dos multas de tráfico impuestas al teniente de alcalde del consistorio. ¿Podríamos presumir que es el cauce habitual que se le da a las multas de los gobernantes y sus allegados en aquel municipio? ¿Qué hubiera hecho y dicho Valdés si se hubiese descubierto algo así durante la legislatura pasada? Chanchullo, mangoneo, corrupción, pufo, etc. Ahora su silencio y el de Aída Alcaraz son elocuentes por incriminatorios. Y eso es corrupción.
OPINIÓN | Joan Miquel Perpinyà
Corrupción en Sant Antoni
J. Miquel Perpinyà |