La liturgia de la Palabra de este domingo se centra en el perdón de las ofensas. En la 1ª lectura del libro del Eclesiástico leemos: Perdona las ofensas a tu prójimo, y cuando reces, tus pecados te serán perdonados. El Evangelio, a la pregunta de Pedro y, sobre todo, la respuesta del Señor, nos dice que hemos de perdonar hasta setenta veces siete, es decir, siempre.
Jesús no limita el perdón a un número determinado, sino que dio a entender que hay que perdonar continuamente y siempre. Aquí también podemos observar un contraste entre la actitud mezquina de los hombres en perdonar y la misericordia infinita de Dios. En la parábola queda muy bien reflejada nuestra situación de deudores con respecto a Dios.
Un talento equivalía seis mil denarios y un denario era el jornal diario de un trabajador. La deuda de diez mil talentos era una cantidad exorbitante que nos da idea del valor inmenso que tiene el perdón que recibimos de Dios. La enseñanza es la de perdonar siempre y de corazón a los que nos han ofendido. Por grande que sea la ofensa que nos haga, más nos ha de perdonar Dios.
¡Perdonad y seréis perdonados!